Lo que haga o deje de hacer este Gobierno para tratar de elevar su imagen ya no sorprende a una comunidad cada vez más informada por canales que la comunicación formal y convencional no acaba de entender ni acoplar.

Sí, porque más o menos mientras el ciudadano común y corriente que, de acuerdo con los números del INEC, pertenece a ese 13,3 % de la población desempleada en este país –“el desempleo pasó de 3,8 % en diciembre de 2019 a 13,3 % entre mayo y junio de 2020”– sale a buscar cómo sustentar a su familia, el presidente Lenín Boltaire Moreno tuitea que “Reactivamos la economía”. Porque mientras la deuda pública superó en junio pasado los 59 000 millones de dólares, dinero que además nadie sabe dónde está, Moreno dice: “Recuperamos la democracia y libertad para Ecuador”.

Porque mientras los médicos impagos son recibidos con gases lacrimógenos por parte de una reata de policías bien remunerada y blindada, para evitar que la protesta llegue a la plaza de la Independencia, Moreno cacarea que “fortalecimos el sistema de salud”.

Porque, como lo dicen estadísticas y encuestas formales e informales, muy pocos creen en el Gobierno de Todos, deciden traer al periodista norteamericano Jaime Bayly para que abone a su credibilidad con sentencias como “el presidente Lenín Moreno ha salvado al Ecuador del abismo chavista, del despeñadero y de la demagogia, del populismo, del autoritarismo, de la miseria más abierta”. Porque solo así, el chiste se cuenta solo.

En este ‘Mundo Bayly’ solo falta decir lo ocurrido en estas últimas 24 horas de reactivación económica, demagogia ausente, populismo desterrado y fortalecimiento saludable: una masiva movilización de profesores del sistema público que desde hace mucho que no se había quedado sin sueldos hasta por sesenta días, ni se había recortado el presupuesto de las universidades públicas, en medio de la incertidumbre virtual.

Hoy las calles se llenan de docentes y estudiantes –muy probable, hijos de desempleados– que ven cómo las oportunidades de llegar a ser un profesional se diluyen en medio de decisiones neoliberales que obligan al docente a poner bienes y persona, a dejar los pilares de la investigación y la vinculación, y que presionan para desbancar el sentido de gratuidad y educación como un derecho irrenunciable. Huele a octubre.

Una suerte de Mundo Bayly donde sin conmiseración pagan para que mientan, quedando desmentidos por la acción que construye esa realidad que vemos en las calles y no en las pantallas.

La coherencia que demanda el ciudadano debería estar en el orden de prioridades en medio de un sistema económico marcado por la pandemia COVID-19 y la crisis regional que no debemos desconocer. Y en esa prioridad de sala de urgencias están los médicos por sobre los policías, los maestros por sobre los militares. La verdad por sobre la mentira. La sensatez por sobre el cinismo.

Herencia nefasta que el Gobierno de salida ya no tendrá tiempo ni acción. Al que le queda solo vivir unos últimos meses sumergido en la burbuja del Mundo Bayly. (O)