Y de una mujer muy joven, pero aquí hay más homicidas, implicados y responsables.

Nahir Galarza tiene 19 años y la justicia argentina le dio la histórica pena de cadena perpetua al encontrarla culpable de matar a su novio, Fernando Pastorizzo. Esta niña pasará por lo menos 30 años presa.  Cuando vuelva a salir de la cárcel, Nahir tendrá casi 50 años. No sabrá lo que es lanzar el birrete al aire cuando logre un título académico, ir joven y bella vestida de blanco hacia el altar, celebrar navidades, cumpleaños en su casa y discotecas.

Durante el juicio, Galarza se declaró víctima de violencia de género y acusó a Pastorizzo de golpeador. Uno de los momentos más comprometedores de la declaración de la chica fue asegurar que no llamó a una ambulancia luego de dispararle porque jamás pensó que se iba a morir. “Me enteré cuando me llamó su mamá a contarme que había fallecido y a preguntarme si había estado con él.  ¡Se me paró el corazón!”. Ella misma se presentó en la comisaria y declaró que lo había matado con el arma de su padre.

Fue una relación tormentosa dicen los amigos adolescentes de los dos jóvenes. Hubo insultos, golpes y finalmente dos disparos que concluyeron la “historia romántica”, las ilusiones de los dos y dieron paso a la peor de las pesadillas que pueden tener las familias de la víctima y de la victimaria. La relación violenta, el crimen, el juicio, la sentencia se resumen en una sola palabra: tragedia. Los chicos fueron el resultado de una disputa emocional grande y actos sin ningún tipo de medida que nadie previno. Los seres humanos somos completamente “pulibles” hasta tempranas etapas. Si Nahir se hubiera convertido en asesina a los 40 años, otra sería mi reflexión.

Luego de matar al novio, Nahir dejó la escena del crimen,  sin ningún tipo de aturdimiento. A la mañana siguiente subió al Instagram una foto de los dos con la leyenda “Te amo para siempre, mi ángel”.    No conozco el seno familiar de la muchacha, pero lo que sí sé es que no es difícil percibir dentro de un hogar comportamientos violentos, intolerables o neuróticos de un joven. El sistema educativo que rodeó a Nahir resultó ser un fiasco. La relación hogar-escuela falló rotundamente. Al relajoso, al indisciplinado, al desequilibrado, al carente de amor o al taciturno se lo identifica desde el primer momento, entonces la alerta fue ignorada, no tratada en conjunto y ahora la justicia selló su suerte de la peor manera.

Una sociedad enormemente incapacitada para recordar que la vida es lo más sagrado. Sin ningún parámetro mínimo de dignidad, nos acostumbramos a hablar con naturalidad de que mataron al ladrón que asesinó a un hombre en la calle.

Ayer entrevisté al padre de Fernando, el asesinado, dijo que el único que perdona es Dios, que él no disculpará a Nahir, a quien aseguró: “Comienza a morir día a día” luego de su condena.   Me contó que su novia está embarazada, que es un niño y nacerá el 3 de enero, el mismo día que hace 21 años nació su hijo que ahora está enterrado.

(O)