Después del 11 de septiembre de 2001, los procesos socioideológicos se posicionaron hacia las corrientes que ya estaban planeadas por la élite del mundo. Dentro del campo cultural estas corrientes fueron: el relativismo, la hibridación de las identidades, la aculturación y el hedonismo tecnológico.

En la provincia de Manabí para esa fecha se habían formado dos bandos culturales (leer artículo ‘La cultura en Manabí hasta fines del siglo XX’, publicado por El Diario) grupos que estaban muy bien representados; sin embargo, las matrices impuestas por la globalización provocaron que muchos de los virtuosos de las ramas artísticas se convirtieran en narcisos, otros en su hibridación cultural parodiaron la identidad montuvia, muchos también aplicaron un solipsismo donde no hubo cabida al diálogo humano y los jóvenes de la época fuimos parte de las tribus urbanas de la ciudad de Portoviejo.

Estando la situación así, aparece en Ecuador el “Gobierno de la Revolución Ciudadana” regencia que brota como “progresista” y que el pueblo, al estar desesperanzado por las anteriores administraciones políticas, le otorga el poder por una década. En el campo cultural, ocho años después de la Constitución de Montecristi, el Ejecutivo ecuatoriano otorgó una Ley de Cultura, que fue aprobada por la Asamblea en el 2016 y reglamentada recién el 22 de mayo del presente.

Ante los oportunos articulados que tiene esta ley, Manabí contemporáneo necesita urgentemente que se cumpla lo siguiente: en lo que trata a espacios culturales, el teatro para la ciudad de Portoviejo, proyecto que el Estado o sus instituciones tienen que hacerlo factible. Así como hicieron el teatro en Loja, que costó 19’122.012, asimismo, este Gobierno debe hacer uno en Manabí; que se incluya en el Régimen Laboral al sector Cultural (art. 20 de la Ley); que se conserve y rehabilite las edificaciones patrimoniales, más aún las que han sido afectadas por el terremoto (art. 67); que el Fondo de Fomento de las Artes y la Cultura se asigne de forma equitativa y no centralizada (art. 110); que se considere el arte y la cultura como sector prioritario de la economía (art. 114); realmente que se fomente la lectura, Ecuador y Manabí lo necesitan (art. 126)... De no cumplirse estas propuestas para con Manabí, proposiciones que están estampadas en la misma ley, debemos admitir que la situación sociocultural en la provincia entrará en un camino ya predecible, en donde se fortalecerán todas las corrientes anticulturales y amorales que pretenden regir el pensamiento de la humanidad. Felizmente Manabí aún tiene tiempo. (O)

Jaime Alcívar Intriago, licenciado, Portoviejo.