El libro considerado completo y perfecto, la Biblia, nos enseña que “a libertad fuimos llamados”, ya no somos esclavos sino herederos del Altísimo por medio de Jesucristo, entonces ¿quién es el hombre para que arbitrariamente quiera limitar el ejercicio de esa herencia?

Igualmente esa enseñanza nos dice: “Todo me es lícito, mas no todo conviene, todo me es lícito, mas no todo edifica y no me dejaré dominar de ninguna”. Quiere decir que el hombre es dueño de su libertad, teniendo en cuenta que es agente y consecuente de sus acciones. Los seres humanos nacemos libres y nada, bajo ningún pretexto, debe hipotecar o congelar nuestros pensamientos.

José Enrique Del Pezo Borbor,
La Libertad, Santa Elena