Por Sonia Yánez Blum (Twitter: @soniayanezblum)

En una era de premura digital, producción de contenido y economía de la reputación, las buenas intenciones no le bastaron a Liz Truss.

Pidió perdón, en vivo y ante la BBC, pero no le alcanzó para seguir en el cargo hasta el 2025, como era su meta. Truss y su equipo no mapearon realmente cómo el Brexit ya había dañado la reputación internacional de Gran Bretaña. Por eso, en comunicación pública y de Gobierno, el ego no sienta bien.

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Las redes multiplicaron su imagen diciendo: Lo siento, pero no voy a renunciar.

Y a los pocos días, lo insostenible. Se tuvo que ir.

Las medidas fiscales querían subsidiar con los costes energéticos por dos años a todo el mundo, pero no funcionó. Además de implementar una política fiscal expansiva, generó el mensaje de apoyo a los más ricos, al reducir impuestos para que desde la oferta las empresas quieran contratar y producir, lo que tampoco resultó. No lo comunicó bien, ni se generaron acercamientos a partes interesadas en los sectores financieros y aliados. Así convirtieron a Inglaterra en un país que se nombraba en tono de burla.

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La marcha atrás no funcionó, no bastó, el pueblo quería circo y ajusticiamiento.

La situación de Liz Truss era un tema que le he estado siguiendo la pista. Sobre todo por lo impactante de la caída. En un mes pasas de ser la esperanza de una nación a la causante de la mayor inestabilidad y crisis de confianza, hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) los reprimió.

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Liz Truss: las claves para entender el caos político que acabó con su gobierno, el más corto en la historia de Reino Unido

Primero hay que entender que el juego de la democracia en países donde la figura del primer ministro, las elecciones parlamentarias y la confianza general marcan el ritmo. No es fácil de comprender para nosotros los latinos. En una democracia parlamentaria, un nuevo primer ministro puede obtener una mayoría en la Cámara de los Comunes y ganar el derecho de estar en el cargo hasta que se realicen las próximas elecciones generales.

Para quedarse con su puesto, Truss sacrificó a su ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng -su gran aliado-, en un hecho que muchos calificaron como débil. El plan económico que motivó la separación era oferta de Liz, era su idea, ¿por qué no se fue ella?

El caos, la molestia y la indignación en el país eran tal que algunos medios estaban cuestionando si Truss duraría más que el tiempo que le toma a una lechuga marchitarse.

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Lo que tardarán en perdonar los británicos

Como país, Reino Unido queda con la peor reputación frente a los mercados financieros. Ha sido la broma de la semana entre líderes mundiales y eso le duele el ego a cualquiera.

Joe Biden, de EE. UU., comiendo un helado se quejó de la situación. El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, le dijo al Sunday Times: “Si necesitan experiencia en el trato con el FMI, estamos aquí, ¡para ayudar!”.

La reconstrucción de la confianza comienza casa adentro. Si los ciudadanos no confían en sus líderes, los medios ponen en duda los hechos oficiales y sus voceros son dubitativos al comunicar, todo es incierto.

La generación de confianza influye en la reputación internacional y se forma por claridad en la comunicación, tema que en Ecuador hemos vivido.

En el poder hay que ser y parecer. Las sutilezas pueden ser tan nocivas para la reputación como usar tu correo personal para enviar información oficial, error que aceleró la renuncia de Suella Braverman, ministra del Interior de Truss, que con una suerte de indirecta declaró: “Me he equivocado y por eso debo renunciar”.

En Ecuador, ¿cuántos tendrían que irse por confundir esos espacios?

Tentando a la suerte Truss, parecía que no quería tirar la toalla, 24 horas antes de dimitir declaraba en el Parlamento: “Soy una luchadora, no una desertora”, frase que luego se transformó en un “reconozco que no puedo cumplir con el mandato para el que fui elegida”.

Su reputación quedó 17 puntos más baja que la de Boris Johnson y casi al nivel de Vladimir Putin.

La última encuesta de YouGov muestra la aprobación neta de Truss en -70. Y ese mismo barómetro apoya en el 79% que al día de hoy ella haya renunciado.

Las barbas en remojo

Este 2022 sigue sorprendiéndonos, pero también nos deja grandes lecciones a enumerar desde la perspectiva de los contrapesos del poder y la comunicación política que puede aplicarse a diferentes ámbitos:

1. Debes pedir perdón antes que el resto te exija que lo hagas.

2. Si no estás arrepentido y convencido de lo que dices, se nota.

3. Los datos debes tenerlos y comunicarlos a tiempo. Si no, las audiencias y tus aliados lo harán por ti.

4. Identificar el estado de la reputación de tu marca es el primer paso para reconocer tus falencias.

5. Tu huella digital perdura por encima de tus aciertos.

6. Hoy te puedes convertir en un meme que te haga cercano o lastime tu reputación.

7. Escuchar a tus públicos, audiencias y seguidores debe ser una actividad estratégica no reactiva.

Al final, en un mundo hiperconectado, sea un líder, dueño de negocio o candidato a las próximas elecciones, hoy en día a muchos nos dan solo el tiempo que dura en marchitarse una lechuga para recuperarnos de una crisis.