¡ Bienvenido al 2021 !

Superada la trampa hobbesiana del 2020, le propongo cinco lecciones aprendidas que debemos aplicar este nuevo año —en casa, la escuela y la empresa—.

1.- La vieja normalidad es anormal.

Publicidad

La urgencia climática, la desigualdad, la inestabilidad política global, la ralentización de la economía consumista, la incertidumbre de la veracidad informativa, los relatos falsos, la uniformidad inicua de los contenidos educativos, los liderazgos enervados, la ley maltratada, la injusticia intergeneracional, incluso la pandemia —producto de la zoonosis—, son problemas heredados de una vieja normalidad anormal.

Para evolucionar no podemos volver a la vieja normalidad.

Debemos aprovechar las oportunidades que residen más allá del entorno conocido.

Publicidad

2.- La mejor manera de improvisar es ensayando.

Los errores de gestión de los poderes públicos en los países más afectados por el COVID-19 evidenció falta de preparación. Improvisación. Peligrosa espontaneidad. Los problemas —políticos, empresariales, de empleo, de salud, educativos, institucionales— se convirtieron en urgencias ¡ya!

Publicidad

El filósofo australiano Roman Krznaric dice que vivimos una “tiranía del ahora” con un “cortoplacismo frenético”. Pero con problemas de largo plazo.

Debemos actuar en el corto plazo pero planificar, prever, ensayar para el largo plazo.

3.- Lo básico es vital.

En un instante todo lo que dábamos por básico —como el contacto físico, las sonrisas, el trabajo, la libertad de salir a jugar, la salud, los sueños— se descubrió vital.

Publicidad

Debemos devolver el enfoque, las inversiones, la creatividad, al mantenimiento de lo importante.

4.- El tejido social está deshilachado.

Somos como una colcha de bregué. Pero destejida.

Debemos zurcir las familias, los barrios, las ciudades, los países. Y para ello necesitamos liderazgos firmes —en los sectores público y privado—.

5.- La educación no educa.

Cuando todos los contenidos están a un clic de distancia, memorizar no sirve. Educar en la uniformidad es anacrónico. Enseñar vía digital los mismos contenidos del aula no es educar sino negociar con el futuro.

La digitalización permite la personalización.

La educación debe ser individualizada, asincrónica. Los contenidos —desde el primer nivel hasta el último— deben ser actualizados.

Debemos privilegiar la ciencia. Promover habilidades como comunicación, cooperación, creatividad, pensamiento crítico. Leer más. Experimentar. Invertir en ciencia y tecnología. Invertir en formación continua. Contratar más polímatas.

Al final, uso las palabras de Yunus (Nobel de la Paz), “… es nuestra gran oportunidad para crear un mundo más justo”. (O)