Hace once años, un trío de naves espaciales cambió para siempre nuestra visión de la Luna. Los datos recopilados por los viajeros robóticos indicaron que el único satélite natural de la Tierra no era un desierto seco y polvoriento como habíamos creído durante mucho tiempo.

La nave espacial captó la señal química reveladora del agua. Nuestra Luna no estaba empapada, pero estaba húmeda.

El descubrimiento significa que las futuras misiones a la Luna podrían prolongarse haciendo uso de estas moléculas de agua que se encuentran dispersas por el satélite de la Tierra. Los astronautas podrían utilizar el recurso natural, que pudo haber llegado a través de cometas o vientos solares, y convertirlo en oxígeno o agua potable para sustentar una futura colonia. Los científicos también dicen que el agua podría usarse para fabricar combustible para cohetes, aligerar las misiones y reducir drásticamente los costos de las misiones para hacer que los viajes espaciales interplanetarios sean más fáciles y baratos.

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---- Water molecules were found in Clavius Crater, one of the largest craters visible from Earth on the Moon! This discovery from our @SOFIAtelescope indicates that water may be distributed across the surface, & not limited to cold, shadowed places. More: https://t.co/oIcCbbl50Y pic.twitter.com/Q5Ve6QwZJM

Con la ayuda de SOFIA

Estudiar el agua en la luna requiere un telescopio volador gigante. Una de las claves del descubrimiento fue el Observatorio Estratosférico de Astronomía Infrarroja, o SOFIA, un Boeing 747 a medida con un telescopio instalado en la parte posterior de su fuselaje. El avión, operado por la NASA y el DLR, el Centro Aeroespacial de Alemania, vuela a casi 43.000 pies.

Durante el vuelo, abre una escotilla en la parte trasera, apunta su telescopio hacia el cielo y estudia el cosmos en luz infrarroja. "Entre nosotros y la luna hay mucha agua", explica Jessica Sunshine, astrónoma de la Universidad de Maryland que formó parte de la misión Deep Impact que ayudó a detectar una señal de agua en la luna en 2009. La atmósfera está llena de vapor de agua, que puede enturbiar las señales infrarrojas.

El observatorio del 747 está diseñado para volar lo suficientemente alto por encima de la Tierra para que gran parte del vapor de agua no interfiera con las observaciones, lo que le da una oportunidad clara de rastrear la superficie lunar en busca de signos de H2O.

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¿De dónde viene esta agua?

Probablemente de la caída de asteroides que chocaron contra la Luna hace miles de millones de años. Lo mismo que se cree que ha ocurrido con la Tierra. Las moléculas de agua expulsadas durante la caída de estos cuerpos habrían caído al fondo de estos cráteres, donde quedaron "atrapadas para siempre" por el frío, explica Francis Rocard, especialista en sistema solar del Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES).

Si se logra desarrollar técnicas de extracción, esto representaría un recurso potencial para futuras misiones espaciales, principalmente la futura miniestación Lunar Gateway.

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Para futuras misiones tripuladas a Marte, por ejemplo, se podría "despegar de la Tierra, hacer una parada en la 'estación de servicio' que será la Lunar Gateway, desde donde se enviarían sondas a la superficie lunar para recoger agua y así abastecer a la tripulación que realiza el viaje a Marte", añade Francis Rocard, quien no ha participado en los estudios.

"Esto abarataría el costo del programa, porque es más barato que llevar agua desde la superficie de la Tierra", explica el astrofísico francés, haciendo hincapié en que el viaje a Marte dura seis meses. (I)