El azote de la pandemia se agudizó en la sierra norte y el austro. Las muertes han escalado en esas regiones. Tanto que Imbabura y Loja registraron la mayor tasa de mortalidad del país la segunda semana de agosto, de acuerdo con un análisis realizado por EL UNIVERSO a las estadísticas del Registro Civil.

Además, un estudio del Centro de Investigación en Salud Pública y Epidemiología Clínica de la Universidad UTE reveló que, en agosto, 22 cantones del país superaron el doble de muertes con respecto al promedio de los cinco años anteriores. Casi la mitad (9 cantones) están en la sierra norte y el austro, repartidos en Carchi, Imbabura, Azuay y Loja.

Esa investigación muestra que en Gonzanamá (Loja) las defunciones superaron el nivel histórico en un 267 %; mientras que en San Fernando y Oña (Azuay) los fallecimientos se triplicaron. Entre los municipios más afectados también están Tulcán y Mira (Carchi) e Ibarra y Otavalo (Imbabura).

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El epidemiólogo Daniel Simancas, director de ese centro de investigación, explicó que, luego del tsunami de muertes que se registró en Guayas y las provincias aledañas al inicio de la pandemia, los mayores estragos pasaron a la sierra centro y la Amazonía; y en las últimas semanas, a los extremos norte y sur del país.

Las estadísticas del Registro Civil reportan las defunciones por todo tipo de causas. Incluyen no solo a los fallecidos por COVID-19, sino también a aquellos que tuvieron síntomas respiratorios pero no alcanzaron a hacerse una prueba para confirmar esa enfermedad. Se cuenta además a pacientes con afecciones graves que no han podido ser atendidos por el colapso de los hospitales.

El análisis de EL UNIVERSO determinó que desde que se inició la pandemia hasta el 30 de agosto se inscribieron casi 32 600 muertes por encima del promedio de los dos años anteriores. Por su parte, el Ministerio de Salud Pública reportó 6674 fallecidos por coronavirus y 3753 probables, hasta el viernes pasado.

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En Loja, la situación es complicada. El presidente del Colegio de Médicos de esa provincia, Pablo Carrión, advierte que ahí el sistema sanitario está colapsado. Él trabaja en la sala de Emergencia del hospital del IESS. "Fue insuficiente el número de camas, el número de ventiladores mecánicos. Ha habido deficiencia en el abastecimiento de insumos, medicamentos y prendas de protección para el personal", señala.

La saturación se da sobre todo en las unidades de cuidados intensivos (UCI). Carrión apunta que los dos hospitales públicos de Loja dispusieron todas sus unidades para atender a los pacientes de COVID-19 y están al tope desde hace más de un mes. Eso ha dejado sin atención a quienes padecen otras enfermedades.

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Para el alcalde de Loja, Jorge Bailón, el abarrotamiento de las UCI es lo que ha provocado el incremento de muertes en la provincia. Argumentó que, con alrededor de unas 20 camas de terapia intensiva, los dos hospitales públicos están recibiendo pacientes no solo de Loja, sino también de Zamora y parte de El Oro. "Estamos atendiendo a dos provincias y media (...). Somos la provincia más abandonada", se quejó.

Los casos confirmados de coronavirus escalaron en Loja durante todo julio. El pico más alto de casos se registró el 8 de agosto, cuando se confirmaron 162 solo ese día. La expansión del virus, manifestó Bailón, coincidió con las fiestas de graduación de los colegios. Eso, estima, provocó los contagios.

En Imbabura pasa algo similar. Las UCI se saturaron en esa provincia desde mayo, según las cifras oficiales procesadas por el Instituto Geográfico Militar.

La investigadora Salomé Gordillo Alarcón, asesora del Comité de Operaciones de Emergencia (COE) de Ibarra, señaló que si bien las UCI siguen al tope la situación ha mejorado, pues la última semana ya no se registraron pacientes en espera de una cama de terapia intensiva.

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Un médico de un hospital público de Ibarra, que pidió la reserva de su identidad, indicó a EL UNIVERSO que las UCI aún son insuficientes, que siempre hay pacientes de COVID-19 que las necesitan y que los médicos deben elegir quién puede beneficiarse cuando una cama se desocupa. "Eso de las listas de espera es algo relativo", puntualizó.

Contó también que esta semana llegaron menos personas con síntomas respiratorios a emergencia, aunque la sala sigue llena.

En Imbabura hubo un incremento sostenido de casos confirmados de COVID-19 desde junio hasta mediados de agosto. El pico se registró el 16 de ese mes, con 176 casos. Desde entonces, los registros han ido disminuyendo.

De acuerdo con Gordillo, esta semana se confirmaron entre 6 y 16 casos diarios en Ibarra, cuando la semana anterior se habían identificado 20 diarios en promedio y la anterior, 50. Aunque estas cifras son alentadoras, la expectativa continúa, pues en el COE de Ibarra son conscientes de que existen muchas pruebas represadas. (I)