El glaucoma es una de las principales causas de ceguera crónica en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y una parte de la sociedad global desconoce que presenta este cuadro que afecta a la visión.

"El 50 % de las personas que lo padecen no son conscientes hasta que la pérdida de visión periférica (lateral) es muy evidente. Principalmente, esto se debe al hecho de que el glaucoma no suele producir dolor o molestias ni pérdidas de visión bruscas", destaca la Fundación del Instituto de Microcirugía Ocular (IMO), según una publicación del portal español 20 minutos.

La detección temprana es clave porque puede evitar la ceguera en un 95% de los casos, se destaca. Por esta razón es importante acudir a revisiones oftalmológicas de forma periódica, sobre todo desde los 40 años, "edad en la que se activa el proceso degenerativo del ojo y empieza a aumentar la incidencia del glaucoma", recoge la publicación al citar al Instituto de Microcirugía Ocular (IMO).

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Esta degeneración del sentido de la visión puede agravarse si esa patología se convierte en un glaucoma de ángulo cerrado o glaucoma agudo. El portal Sanitas.es detalla en un artículo que esta complicación "se produce por la elevación de la presión intraocular (PIO) a causa de la obstrucción repentina del sistema de drenaje que permite al humor acuoso del ojo pasar a la cámara anterior y cuya principal consecuencia es que el ángulo que forma el iris y la córnea en el punto de encuentro se estrecha (de ahí su denominación)".

Síntomas

  • Dolor severo en los ojos y/o en la frente, la nuca o la mandíbula.
  • Enrojecimiento de los ojos.
  • Disminución de la visión o visión borrosa.
  • Visión de halos alrededor de las luces o focos.
  • Dolor de cabeza.
  • Dilatación de la pupila (midriasis).
  • Ojo duro a la palpación.
  • Náuseas y/o vómitos que pueden hacer que se confunda con una alteración digestiva.

La Clínica Baviera aclara en su blog que aunque todos estos síntomas se pueden dar al mismo tiempo, también es posible que solo se presente la manifestación de alguno de ellos. Por lo que la ausencia de algunos de los citados anteriormente no debe ser tomada como un elemento que permita descartar completamente que el paciente se encuentre ante un ataque de glaucoma agudo o glaucoma de ángulo estrecho.

El proceso aparece con más frecuencia a partir de los 50-60 años, recoge el artículo científico Ojo rojo grave: glaucoma agudo.

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Pese a que la mayor parte de los factores de riesgo para la enfermedad son puramente anatómicos (ojo pequeño, cámara anterior estrecha, menor diámetro corneal…), se desconoce por qué la enfermedad se desarrolla únicamente en algunas personas con estas características oftalmológicas de riesgo, siendo muy complicada la prevención y predicción de la enfermedad.

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Tratamiento

La cirugía es inevitable en el tratamiento del glaucoma de ángulo cerrado o glaucoma agudo, si bien el tratamiento de esta patología aguda exigirá un tratamiento farmacológico previo para reducir lo antes posible la presión intraocular, de modo que se alivie el dolor y la córnea recupere su transparencia, se detalla en la publicación de Sanitas.es.

"No obstante, en el caso de que hayan transcurrido más de seis horas desde el momento en que han producido los primeros síntomas, deberá procederse de forma inmediata a la intervención quirúrgica con el fin de evitar daños irreversibles en la retina. Si el tiempo que ha pasado es inferior, podrá esperar al día siguiente", se detalla.

La técnica quirúrgica que se utiliza para el tratamiento del glaucoma agudo consiste en crear una nueva vía de comunicación entre las cámaras anterior y posterior del ojo para que el humor acuoso pueda drenarse, que habitualmente se realiza mediante láser, aunque hay casos en que es necesaria la técnica tradicional de abrir el globo ocular. (I)