Un nuevo estudio ofrece un rayo de esperanza en la sombría lucha contra el coronavirus: casi todas las personas que han tenido la enfermedad, independientemente de su edad, sexo o gravedad de la enfermedad, han desarrollado anticuerpos proporcionando potencialmente inmunidad a la reinfección. Así lo dice un estudio de la prestigiosa Escuela de Medicina del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, pendiente aún de una última revisión por la comunidad científica, que evaluó a 1.434 contagiados.

De confirmarse esta conclusión, permitiría a las personas que han pasado la enfermedad hacer un vida normal sin miedo a un nuevo contagio.

El estudio, que ha sido publicado de forma preliminar en MedRxiv, investigó a 1.434 candidatos que habían pasado la enfermedad o creían que la habían pasado. "Personas con infección confirmada o sospechada de SARS-CoV-2 se examinaron mediante PCR para detectar la presencia del genoma viral y mediante un ensayo inmunoabsorbente ligado a enzimas para detectar la presencia de anticuerpos contra el pico de SARS-CoV-2", explica el estudio.

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El 98% generó anticuerpos

El resultado fue que todos menos tres pacientes confirmados del nuevo coronavirus, 624 personas, "seroconvirtieron al pico de SARS-CoV-2, mientras que solo el 37.4% de los pacientes sospechosos seroconvirtieron".

Los datos obtenidos con el primer grupo, el de los confirmados con el virus, significan que el 98% generó anticuerpos, si bien aún se desconoce por cuanto tiempo. En todo caso, "la positividad de la PCR se detectó hasta 28 días después de la resolución de los síntomas".

Los científicos del Monte Sinaí han llegado así a la conclusión de que "la gran mayoría de los pacientes confirmados con COVID-19 seroconvierten, potencialmente proporcionando inmunidad a la reinfección".

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Tener anticuerpos no es lo mismo que tener inmunidad al virus. Pero en investigaciones anteriores, el equipo del doctor Florian Krammer, virólogo de la Escuela de Medicina del Hospital Monte Sinaí, ha demostrado que los niveles de anticuerpos están estrechamente relacionados con la capacidad de desarmar el virus, la clave de la inmunidad.

Uno de los puntos más importantes de la investigación del Monte Sinaí —la que más pacientes analizó, hasta ahora, sobre la cuestión de los anticuerpos— es que mostró que no sólo aquellos que estuvieron gravemente enfermos crearon anticuerpos: todos lo hicieron, también los que sólo tuvieron los síntomas de un resfrío. Del mismo modo, otros factores como la edad o el sexo no afectaron la producción de anticuerpos: básicamente cualquiera que se infectó con SARS-CoV-2 los desarrolló.

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Los científicos —bajo la dirección de Ania Wajnberg— trabajaron sobre un grupo de donantes de plasma convaleciente. Sólo el 3% de ellos había necesitado ir a una sala de emergencias o ser hospitalizado. Los demás sólo tuvieron síntomas moderados. “Hasta donde yo sé, este es el grupo más grande de gente que describió una enfermedad suave”, dijo Wajnberg a The New York Times.

En detalle, el equipo estudió muestras de 624 personas que habían dado positivo en una prueba de COVID-19 y se habían recuperado. Al comienzo solo 511 de ellos tenía altos niveles de anticuerpos, 42 tenían bajos y 71 no tenían. Pero cuando 64 de los donantes que habían tenido niveles bajos o ausentes se sometieron a un segundo análisis, todos excepto tres mostraron anticuerpos.

Pruebas rápidas y masivas, la clave para volver a la normalidad

Eso significa que muchos de los resultados negativos que actualmente se ven pueden ser consecuencia del momento en que se los hace: “Si bien no buscábamos esto, encontramos lo suficiente como para decir que 14 días es probablemente demasiado pronto”, dijo Wajnberg. “Actualmente le estamos diciendo a la gente que (el momento óptimo para el test de anticuerpos) es al menos tres semanas después de la aparición de los síntomas”.

Otro descubrimiento lateral pero valioso del estudio fue que los tests que buscan directamente el coronavirus, cuya imagen más común es el hisopado, pueden dar positivo aun cuando un paciente parece curado, hasta 28 días después del comienzo de la infección. Eso explicaría por qué una persona, aun cuando dio negativo en la prueba, podría volver a dar positivo sin que eso signifique que contrajo una segunda infección.

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Ya el Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades de Corea del Sur había argumentado que los 292 casos de esa índole que habían tenido en el país se debían a componentes muertos del virus que permanecieron en las células de los pacientes.

Oh Myoung-don, titular del comité que postuló esa hipótesis, dijo a la agencia de noticias oficial, Yonhap, según Newsweek: “Los fragmentos de ARN (el material genético de los virus) pueden existir en una célula aun cuando el virus esté inactivo”. Además, por el modo en que el SARS-CoV-2 interactúa con el ADN humano, no tiene capacidad para “crear infecciones crónicas”, subrayó.

No es novedoso: algo similar sucede con el virus del sarampión, que se puede detectar seis meses después de la enfermedad, dijo Florian Krammer, virólogo de la Escuela de Medicina del Hospital Monte Sinaí, al Times; los del ébola y el zika permanecen aún más tiempo en el cuerpo.

El trabajo de Monte Sinaí confirmó que un alto porcentaje de las personas que mostró anticuerpos nunca había sido diagnosticada con el coronavirus. Es decir que el COVID-19 se expande también entre los asintomáticos. En algunos lugares de mucha densidad de población, como la ciudad de Nueva York, eso implicó una tasa de infección del 20%, según las autoridades estatales.

No obstante, advirtió Wajnberg, “la gente no debería suponer que si tuvo fiebre en enero tuvo COVID y ahora es inmune”: entre la muestra de personas que no habían sido sometidas a una prueba, el 62% no tenía anticuerpos, y sus síntomas se debieron a otras enfermedades del tracto respiratorio. Así que si no tiene la certeza de que tuvo la enfermedad, salir creyéndose inmune podría hacer que contraiga la enfermedad. Es en este punto, dicen los médicos, donde se vuelve relevante el uso de test masivos para volver a la nueva normalidad. (I)