Al comentar el primer aporte del Banco Pichincha –de $ 10 millones– para solventar la crisis del coronavirus en Ecuador, su presidente, Antonio Acosta, subraya que este “es el momento de los privados”, más cuando el Estado enfrenta serios problemas fiscales. Sostiene que existen importantes sumas de dinero fuera del país que deben retornar, con el incentivo del Ejecutivo, para reactivar la economía.

¿De dónde salió la idea de los $10 millones para la crisis?

En el directorio veníamos conversando opciones y fue el doctor Fidel Egas, principal accionista y presidente de honor del banco, quien sugirió que hagamos una donación de $10 millones iniciales para la compra de insumos médicos.

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¿Qué tipo de insumos?

Pruebas de COVID-19, para frenar de alguna manera esa angustia social de no saber si alguien está o no infectado. Además, es importante la protección a médicos, enfermeras, auxiliares…, para lo cual estamos adquiriendo trajes que incluyen máscaras, gafas y guantes, así como las medicinas y algo de equipamiento, como los respiradores.

¿Cuál es el mecanismo?

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Constituimos un fideicomiso, para que sea controlado por un ente externo. Hasta la presente fecha, el banco es quien hace las compras, la importación. Ya hemos invertido un primer millón en 200 000 pruebas y 100 000 mascarillas. Haremos la entrega a través del Ministerio de Salud Pública. Algo importante: que no se vaya a pensar que utilizamos fondos de nuestros depositantes, que son sagrados. Estos fondos provienen de los accionistas y no de los depositantes.

¿Habrá un nuevo aporte?

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Invitamos a más empresas y algunas confirmaron, al punto que el fondo sumaría ya unos $14 millones. Si es necesario, se considerará otro aporte.

¿Qué gana el banco con esas donaciones?

No buscamos reconocimientos, sino ayudar a salir de esta crisis en momentos en que estamos conscientes de la estrechez que tiene el Gobierno. Este es el momento, la hora, de los privados, a todos nos toca meternos la mano en el bolsillo. Si no nos juntamos, las consecuencias serían desastrosas.

¿Confían en el Estado para el uso de sus donaciones?

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El Ministerio de Salud es fundamental para coordinar los esfuerzos privados y para indicar dónde, a quién y cuándo entregar las donaciones, porque nosotros no sabemos cuánto necesita el hospital del Guasmo, la clínica Kennedy o Alcívar, en Guayaquil, o el Hospital del Sur, en Quito. Sería penoso, por ejemplo, que todos se concentren en comprar mascarillas y al final haya un excedente de mascarillas, pero falten medicinas. Se requiere una coordinación para no desperdiciar recursos.

¿Qué lecciones va dejando esta crisis?

Que de repente volvemos a ser seres humanos sencillos, de carne y hueso, que nos juntamos para apoyar, independientemente de nuestra posición. Otra lección es la tecnología; estamos obligados a utilizar herramientas a las que antes evitábamos, hasta por temor. Son detalles que, al final del día, demuestran que no es tanto lo que se tiene o se acumula como lo que se da.

¿Cómo ve el futuro económico del país?

Tenemos que recuperarnos. La pregunta es cómo y de dónde saldrán los recursos. Algo vendrá de los multilaterales, pero, desgraciadamente, no será mucho, porque lo que pide Ecuador también lo demandan los demás países del mundo. Y, nuevamente, hoy el tema es de los privados; siempre se ha hablado de que hay mucha plata de ecuatorianos que está fuera del país y allí hay un enorme capital que puede servir para la reconstrucción, que no será rápida ni fácil. Pero no tenemos otra opción. (I)