En la ciudad colombiana de Ipiales, situada frente a Tulcán, de Ecuador, se incautaron 49 000 botellas, 15 000 etiquetas y máquinas para elaborar aguardiente y ron adulterados.

El operativo lo realizó la Fiscalía, el Cuerpo Técnico de Investigación y el Ejército de Colombia, tras cuatro semanas de seguimiento.

Durante cuatro allanamientos efectuados a igual número de viviendas en esa ciudad fronteriza, las autoridades colombianas descubrieron que en estos depósitos se falsificaba el contenido de aguardiente Nariño, ron Viejo de Caldas y aguardiente Norteño de Ecuador.

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Según las investigaciones, estos licores no solo se vendían en el vecino país sino en el norte del Ecuador por los favorables precios. En el operativo fueron aprehendidas cuatro personas de nacionalidad colombiana que integran la banda los Téquez.

En los lugares allanados fueron encontradas 20 toneladas de insumos, una gran parte de procedencia ecuatoriana, que eran utilizados para transformar los licores.

La bebida ecuatoriana (Norteño) es de alto consumo en el suroccidente colombiano por el bajo costo y posicionamiento logrado hace más de una década. Estos licores iban a ser comercializados en la época navideña, Año Nuevo y carnavales de Negros y Blancos (2 al 6 de enero).

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Envasado y etiquetado

Se elaboraba manual y rudimentariamente el sistema de envasado. El complejo trabajo presentaba envases totalmente sellados con registros falsos y etiquetas idénticas de las marcas originales, con lo que burlaban los controles y ponían en riesgo la salud de los consumidores, explicó Oswaldo Forero, comandante del Grupo Militar Cabal de Ipiales.

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Indicó que las botellas y tapas del licor ecuatoriano eran recicladas y compradas en Tulcán y en otras ciudades para luego someterlas a un proceso de lavado especial. Además, el alcohol etílico o artesanal (puntas) venía siendo adquirido en Ecuador, donde es más económico su precio, agregó.

En ciudades ecuatorianas también compraban anís, que es usado para efectuar las combinaciones y convertirlo en licor anisado. Según las investigaciones con instrumentos rudimentarios medían el grado de alcohol que tenía el contenido de cada botella de las supuestas marcas de licor.

En la incursión de las autoridades a las viviendas se observaron cajas nuevas y selladas, confeccionadas en el sector con los logos de cada una de las industrias, lo que generaba cierta confianza en los compradores, pero que terminaba afectando a las tres empresas que elaboran el licor original. (I)