Las advertencias se acumulan al margen de la COP25 de Madrid: las emisiones de CO2 de origen fósil continuaron aumentando en 2019 en el mundo, pese a una caída del uso del carbón, compensada por un recurso al petróleo y sobre todo al gas natural.

Según el balance anual del Global Carbon Project (GCP), las emisiones progresaron 0,6% en 2019, lo que supuso un "aumento de las concentraciones de CO2 en la atmósfera", que alimentan el cambio climático.

"Las políticas actuales son claramente insuficientes para revertir las tendencias de las emisiones mundiales", advirtió la climatóloga Corinne Le Queré, en rueda de prensa en Madrid, donde la comunidad internacional está llamada a hacer más para recortar las emisiones.

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"La urgencia de actuar sigue intacta", subrayó.

Al ritmo actual, la temperatura podría aumentar hasta 4 o 5 ºC a finales de siglo respecto a la era preindustrial, mientras el Acuerdo de París prevé limitar el calentamiento por debajo de 2 ºC e idealmente a 1,5 ºC.

Este último objetivo podría alcanzarse reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero de 7,6 % anual entre 2020 y 2030, según calculó el Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA).

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Pero ni siquiera el CO2 parece tocar techo. "Espero que lo haga en los próximos cinco años, pero todavía no es visible", reconoció Pierre Friedlingstein, de la Universidad británica de Exeter.

Las emisiones mundiales de CO2 de origen fósil (combustibles fósiles, industria y cemento) fueron casi dos tercios más elevadas en 2019 respecto a 1990. Su crecimiento se ralentizó desde 2010, tras la crisis económica de 2008, pero volvieron a subir en 2017 (+1,5%) y 2018 (+2,1%).

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El crecimiento menor de 2019 se debe "a diversos factores, incluida la ralentización del crecimiento económico, las condiciones meteorológicas y una bajada sustancial del uso del carbón en Estados Unidos y Europa", según Le Queré. (I)