Relatos de dolor de migrantes rescatados en el Mediterráneo

Juan Pablo Sánchez es voluntario de la oenegé Médicos Sin Fronteras (MSF) y navega en el barco humanitario Ocean Viking, operado también por la oenegé francesa SOS Mediterranee (el equipo de rescate), en el mar Mediterráneo salvando a quienes han logrado sobrevivir de los naufragios mientras intentaban emigrar a Europa. Las condiciones en las que son hallados son terribles y terribles también son las historias que cuentan. A continuación, el relato del médico.“En pocas horas los pacientes me han contado algunas historias terribles. Uno de ellos dijo que en el lugar en el que los encerraban mataron a su amigo que estaba a su lado. Fue un momento aterrador. Un segundo paciente, que había perdido dos dientes, me explicó que se los habían arrancado los traficantes en Libia para mandárselos a su familia y pedir un rescate. Otro me dijo que a uno de sus amigos le hicieron lo mismo. Un hombre me dijo que le dispararon en el pecho pero que, como era un inmigrante, no se le permitió ir al hospital. Uno de sus amigos tuvo que extraerle la bala con un cuchillo.Podemos reconocer claramente, sin tener que hacer un examen a profundidad, los rastros de la violencia física en sus cuerpos. Nos muestran cicatrices, he visto numerosas huellas de heridas penetrantes por arma de fuego o causadas por puñaladas.También he visto cicatrices y lesiones por golpes. Recuerdo el caso de un paciente que tenía marcas de quemaduras en el pecho, dijo que se las habían hecho para marcar su piel cuando lo vendieron.Un hombre me contó que había ido a Libia a buscar trabajo y, como estaba en el país de forma irregular, no tenía literalmente derecho alguno. Trabajaba en la construcción. Su jefe no estaba satisfecho con su trabajo, y un día, de repente, comenzó a golpearlo con un machete. El hombre trató de protegerse con los brazos. Vi que tenía marcas de heridas en manos, brazos, hombros y cabeza. Cicatrices por toda la parte superior del cuerpo.En el Ocean Viking llevamos a bordo 104 personas rescatadas el viernes 18, entre ellas 40 menores (31 no acompañados) y 4 embarazadas. Son de Sudán, Nigeria o Bangladés.Dada la negativa de las autoridades libias de ofrecer una alternativa segura a Trípoli para desembarcar a los rescatados, el barco solicitó a las autoridades marítimas de Malta e Italia que coordinen la designación de un lugar seguro para poder llevar a estas personas. Después de casi dos semanas varados en altamar, finalmente el Ocean Viking atracó el pasado miércoles en Sicilia. “En febrero del 2019, intenté cruzar el mar por primera vez. Salimos de la costa unas 150 personas en un bote de goma. Estuvimos dos días en el mar. Tras un tiempo, nuestra balsa comenzó a perder aire. Pedimos auxilio a los libios. Enviaron un guardacostas y nos trajo de regreso a Libia.Una vez en tierra, nos llevaron a un centro de detención en Trípoli. Había cientos de personas allí: de Costa de Marfil, Malí, Guinea, Sudán y otros países. Las condiciones eran malas. Luego nos dividieron en grupos y nos transfirieron a otros centros de detención. En abril pude huir. Logré escapar solo y escuché los disparos detrás de mí. Todavía tengo una cicatriz en la mano derecha causa de las heridas por el alambre de espino. Decidí intentar cruzar el Mediterráneo por segunda vez. Salimos en la noche, éramos un centenar de personas a bordo de una balsa neumática. El motor se detuvo. Estuvimos dos horas a la deriva, en la oscuridad, todos desesperados. Luego, afortunadamente, el motor volvió a arrancar y, finalmente, avisamos el Ocean Viking”. Camerunés rescatado el 13 de octubre “En febrero del 2019, intenté cruzar el mar por primera vez. Salimos de la costa unas 150 personas en un bote de goma. Estuvimos dos días en el mar. Tras un tiempo, nuestra balsa comenzó a perder aire. Pedimos auxilio a los libios. Enviaron un guardacostas y nos trajo de regreso a Libia.Una vez en tierra, nos llevaron a un centro de detención en Trípoli. Había cientos de personas allí: de Costa de Marfil, Malí, Guinea, Sudán y otros países. Las condiciones eran malas. Luego nos dividieron en grupos y nos transfirieron a otros centros de detención. En abril pude huir. Logré escapar solo y escuché los disparos detrás de mí. Todavía tengo una cicatriz en la mano derecha causa de las heridas por el alambre de espino. Decidí intentar cruzar el Mediterráneo por segunda vez. Salimos en la noche, éramos un centenar de personas a bordo de una balsa neumática. El motor se detuvo. Estuvimos dos horas a la deriva, en la oscuridad, todos desesperados. Luego, afortunadamente, el motor volvió a arrancar y, finalmente, avisamos el Ocean Viking”. Mujer maliense rescatada el 13 de octubre “Salí de mi casa en Malí junto con mi esposo a causa de la guerra. Entramos en pánico y nos fuimos primero a Argelia y luego a Libia. Poco después de entrar en Libia, fuimos capturados y enviados al centro de detención en Tajoura. Llevábamos allí varios meses cuando una bomba impactó en el centro. Mi esposo murió. Estaba justo al lado de él. Tras el bombardeo pude escapar de Tajoura con mi hermana, pero luego los traficantes nos atraparon de nuevo y nos encerraron en una casa de la que pudimos escapar con la ayuda de un hombre libio y cruzamos el mar”. (I)

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