En el 2006, Basilio Quishpi Chacaguasay, actualmente de 36 años, junto a nueve profesores, llegó a Guayaquil porque en la Costa –especialmente en Guayaquil, Durán y Samborondón– desde 1998 se habían implementado escuelas bilingües que requerían docentes que hablaran quichua y español.

Quishpi, entonces de 23 años, fue destinado a la Unidad Educativa Intercultural Atahualpa, ubicada en Durán.

Pero no era su primera estadía en la Costa. “Recuerdo que en vacaciones, que eran de tres meses, venía a Guayaquil a trabajar como vendedor ambulante, lustrando botas, vendiendo caramelos, cigarrillos. Así ayudaba en mis estudios a mis padres”, manifiesta.

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Siempre el joven Basilio retornaba a su parroquia Columbe, cantón Colta de la provincia Chimborazo, así la evoca: “Recuerdo mi comunidad, la parroquia era productiva, tenía bastantes pastizales, animales y era todo verde (...). Teníamos que estudiar para salir adelante como pueblo y nacionalidades indígenas, nosotros somos considerados del pueblo Puruhuae”, menciona el docente.

Quishpi recuerda que en sus inicios la escuela Atahualpa contaba con pocos alumnos y que no había muchos materiales pedagógicos. Apenas, añade, había cuatro maestros.

Actualmente, en ese sector de Durán realizan su enseñanza en lengua quichua: un treinta por ciento de estudiantes indígenas y setenta por ciento de alumnos mestizos.

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“Lamentablemente, ya no tenemos muchos estudiantes indígenas y es por la situación económica –manifiesta–, aunque en esta ciudadela la mayor parte es gente indígena”. Oriundos de Lito y Riobamba donde tienen sus propiedades.

El objetivo de Quishpi y sus paisanos que tienen hijos nacidos en la Sierra, como también en Durán, es que no se pierda la lengua quichua. “Que no se pierda nuestra cultura (...). Nuestra forma de vivir es el agua, las plantas, los animales, nosotros estamos conformes porque podemos vivir en armonía con la naturaleza”, dice.

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SE SINTIÓ DISCRIMINADO

Luciendo su atuendo indígena el profesor, que también dicta clases de Estudios Sociales e Historia, cuenta que cuando recién llegó a la Costa se sintió discriminado por personas que tratan de humillar a los indígenas porque desconocen que Ecuador es plurinacional.

“A todos los hombres nos decían Manuel y a todas las mujeres les decían María”, recuerda y relata que un par de veces le han llamado así.

A Quishpi le preocupa la posibilidad de que si durante un año y medio ya no se habla una lengua se va perdiendo una cultura. “Una persona que habla una lengua ancestral está tratando de revivir una cultura. No podemos rescatar todas nuestras lenguas, pero por lo menos el quichua y que nuestros hermanos indígenas no lo eviten hablar para no ser discriminados”, señala con convicción.

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El país tiene 14 nacionalidades. (I)