A las 19.07 del miércoles 13 de marzo del 2013 la marea humana congregada en torno a la plaza de San Pedro, en el Varicano, rompió en aplausos. Tras unos segundos en los que no se entendía bien si la fumata era blanca o negra, las campanas de la basílica lanzadas al vuelo dieron la señal inequívoca: la Iglesia tenía ya a su 266 sucesor en el solio pontificio. El cardenal protodiácono francés Jean-Louis Tauran salió al balcón y pronunció en latín el nombre del nuevo papa: Francisco, informa el portal abc.es.

¡Buona sera!, fue el saludo del nuevo papa, el argentino Jorge Bergoglio. “Parece que los hermanos cardenales fueron a buscarlo casi al final del mundo, pero aquí estamos”, agregó.

Y desde su nuevo encargo, Francisco quiso ofrecer un homenaje: “Antes de todo querría hacer una oración por nuestro obispo emérito Benedicto XVI, recemos todos juntos para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo proteja”.

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Francisco ha continuado la hoja de ruta pergeñada en un primer momento por su predecesor alemán. Pero le ha imprimido un estilo propio, un ritmo más latino. No han faltado dificultades. La credibilidad ofrecida por su mensaje de misericordia y los gestos que la corroboraban ha quedado fuera de dudas.

En el sexto aniversario de la elección, el papa Francisco vive un año lleno de importantes viajes internacionales, marcados al principio y al final por dos acontecimientos “sinodales”: el encuentro para la protección de los menores que tuvo lugar en el Vaticano el pasado mes de febrero con los presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo, y el Sínodo especial sobre la Amazonia, que se celebrará -de nuevo en el Vaticano- en octubre, indica el portal vaticannews.va

Pero una mirada al año pasado no puede ignorar el resurgimiento del escándalo de los abusos y las divisiones internas que llevaron el pasado mes de agosto al exnuncio Carlo María Viganó, justo cuando Francisco celebraba la Eucaristía con miles de familias en Dublín proponiendo la belleza y el valor del matrimonio cristiano, para pedir públicamente su dimisión por el caso McCarrick.

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Francisco recuerda que la Iglesia no está formada por superhéroes (ni siquiera superpapas) y no sigue adelante en virtud de sus recursos humanos o estrategias. Sabe que el maligno está presente en el mundo, que el pecado original existe, y que para salvarnos necesitamos ayuda de lo alto. (I)