Doris Delgado estudió solo hasta cuarto grado de escuela. No sabe que es un banco, pero sí lo que es ahorrar para alimentar a cinco hijos. Trabaja en el mercado de San Roque. El mismo que apenas se aprecia en un óleo que retrata la entrada en Quito de las tropas españolas enviadas por el Virrey de Perú en 1809. La escultura de esta mujer afroecuatoriana se levanta justo enfrente del cuadro atribuido a Francisco Javier Cortés. Esta escena es parte de la exposición “La Carga. La mujer del Valle del Chota en diálogo con el museo” que desde el viernes 8 de marzo se puede visitar en el Museo de América, de Madrid.

En total, la colección de la ecuatoriano-suiza Alice Trepp, que integra esta muestra, suma siete esculturas realizadas en tamaño natural en resina de poliéster pintada a mano, diez fotografías del día a día de esta población y un video documental. Cada uno de estos elementos saca a la luz la carga física y psicológica que llevan consigo las personas, en su mayoría mujeres, que posaron para ser retratadas. Es un ejemplo del peso literal y simbólico que soportan los afrodescendientes de Ecuador. Trepp dedicó 10 años a conocer su historia. “El aprendizaje fue inmenso. Son mujeres muy fuertes. Su vida está vinculada a la migración del campo hacia las grandes ciudades”, destaca a El Universo.

La artista Alice Trepp con la escultura de Jairo, el caramelero, que forma parte de la exposición “La Carga. La mujer del Valle del Chota en diálogo con el museo”.

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Encarnación Hidalgo, directora del Museo, reconoce que la exhibición, comisariada por Patricio Estevez, supone un “enorme desafío” para la entidad. “No somos un museo de arte contemporáneo pero buscábamos ensayar un diálogo con la historia”. Bajo esta premisa se han distribuido las piezas escultóricas en las dos plantas de la colección permanente. La obra en ningún caso resulta indiferente. Los visitantes no saben si están viendo una escultura o una persona real.

Andrés Gutiérrez, responsable del departamento de América precolombina, sostiene que se analizó las biografías de estos personajes y se buscaron los mejores escenarios para generar ese diálogo. En este sentido, resalta el contenido social que tiene la exposición. “Un Museo suele estar repleto de objetos de las élites pero personas como las mujeres afrodescendientes no tienen voz ni suelen estar representadas”, añade.

Patricio Estévez, comisario de la exposición “La Carga. La mujer del Valle del Chota en diálogo con el museo”, explica la historia detrás de la escultura de Anabela Santos que regenta un salón de belleza en el mercado de San Roque.

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Este ejercicio de escultura etnográfica que supone, al mismo tiempo, la recuperación de la memoria individual y colectiva podrá visitarse hasta el 7 de julio. (I)