Todas las semanas Orlando Durán y su esposa Gina repiten su ritual de colocar flores frescas a su hija Alexa,  alumna de primer año de la Universidad Internacional de la Florida (FIU), quien a sus 18 años fue una de las seis personas que perecieron el pasado 15 de marzo cuando el puente peatonal de FIU se desplomó sobre Tamiami Trail, informa el portal del diario elnuevoherald.com

“Cuando quiero ver a mi hija, tengo que ir al cementerio”, dice Orlando, ecuatoriano de 61 años. “Esa es nuestra realidad ahora”, afirma el exmilitar.

La imagen de una montaña de hormigón aplastando el Toyota 4Runner de Alexa no se les va de la mente en su trayecto de cuatro millas en auto hasta el mausoleo en el cementerio Vista Memorial Gardens en Miami Lakes. Entonces vienen los recuerdos: la última llamada de Alexa a su mamá siete minutos antes de que el auto quedara aplastado. Las imágenes de cuando les devolvieron las pertenencias de su hija en una bolsa de papel grande.

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“Hago un esfuerzo grande para no pensar en eso”, dice Orlando con ansiedad. Echa a un lado las flores que colocó la semana pasada y las reemplaza con las recién compradas. Tras quitar el polvo a la placa con el nombre y la foto de Alexa, se pone dos dedos sobre los labios y le manda un beso.

Ahogar la realidad de la muerte de su hija ha sido una batalla para los tres que quedan en la familia. Las sesiones de psicoterapia no han ayudado, tampoco ir a la iglesia. Y socializar con amigos les causa más dolor.  “Ellos quieren saber qué pasó”, dice Orlando. “Ojalá pudiera explicarles qué pasó, pero no lo sé. Esto no debía haber sucedido”.

“Hemos probado muchas cosas”, dice Gina, de 55 años. “El billar es la única actividad que nos permite descansar la mente, al menos durante cierto tiempo”.

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Levantarse tarde los sábados se ha convertido en una costumbre en la casa de los Durán en Miami Lakes; porque el resto de las noches las pasan en vela. Lo único que no ha cambiado en la casa es la habitación de Alexa, indica elnuevoherald.com.

Para Gina, administrar la tintorería de la familia ha sido un respiro diario de 12 horas diarias. Después de la muerte de Alexa, que ayudaba a su mamá como contadora en el negocio, las finanzas quedaron en el caos.

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“Hace unos meses finalmente contratamos alguien”, dice Gina, tocando en un hombro a Mathew Méndez, de 17 años.

Dina, de 22 años y hermana mayor de Alexa, ocupa su tiempo yendo al gimnasio y pasa las noches con sus amigos.

Preguntas

Nueve meses después de la muerte de su hija, Orlando Durán todavía tiene muchas preguntas.

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Su primera pregunta es “a Dios”. “¿Por qué? ¿Por qué mi hija?”, dice. “Esa es mi primera pregunta. El resto de las preguntas son para todos los demás y no acaban nunca”.

Desde el colapso del puente peatonal se ha revelado muy poca información sobre las causas del desastre. En octubre, un juez federal bloqueó la liberación de documentos —solicitados por el Miami Herald en una demanda— que pudieran haber arrojado luz sobre por qué no se cerró al tráfico Tamiami Trail, la Calle Ocho, después que el puente comenzó a desarrollar grietas, algo que sabían el constructor, el diseñador y la universidad, pero que no se revelaron al público.

Recientemente, en un informe interno, la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB), que investiga el colapso, reveló que probablemente fue una falla de diseño —no errores de construcción— lo que llevó a las grietas en una parte crítica del puente. Eso encaja con las conclusiones emitidas meses antes por expertos independientes consultados por el Miami Herald. (I)