El papa Francisco dijo este miércoles que los chismes son una forma de “terrorismo” y advirtió a los fieles que no cuenten mentiras.

Francisco examinó el octavo mandamiento católico, “No darás falsos testimonios ni mentirás” en la catequesis de su audiencia general semanal.

“Todos vivimos comunicándonos y estamos continuamente en el límite entre la verdad y las mentiras”, dijo el argentino a los fieles congregados en la Plaza de San Pedro.

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El pontífice repitió su queja sobre los chismes, señalando que “matan porque la lengua mata como un cuchillo” y advirtió que “los chismosos son terroristas porque con sus lenguas arrojan una bomba y luego se marchan, y la bomba que arrojan destroza reputaciones en todas partes”.

“No lo olviden: chismear es matar”, apuntó.

El papa suele mostrarse contrario a los rumores en la Iglesia y ha pedido a los medios de comunicación en especial que se protejan contra las “noticias falsas” y busquen la verdad.

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“Este mandamiento”, aseguró el santo padre, “prohíbe falsear la verdad en las relaciones con los demás”. En su catequesis, Francisco afirmó que “vivir de comunicaciones que no son auténticas es grave, porque impide las relaciones y, por lo tanto, el amor. Donde hay mentira no hay amor. No puede haber amor”.

El pontífice subrayó que “la verdad es la revelación maravillosa de Dios, de su rostro de padre, y de su amor sin límites. Esta verdad corresponde a la razón humana, pero la supera infinitamente porque es un don derramado sobre la tierra y encarnado en Cristo crucificado y resucitado”.

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“No decir falso testimonio significa vivir como hijos de Dios, dejando emerger siempre que Dios es Padre y que nos podemos fiar de Él. Yo me fío de Dios. Nuestra confianza con Dios, y de esta confianza con Dios que es padre y me ama, te ama, nace mi verdad, el ser sincero y no mentiroso”.

Explicó que “cuando hablamos de comunicaciones entre las personas no solo entendemos las palabras, sino también los gestos, las actitudes, incluso los silencios y las ausencias. Una persona habla con todo lo que es y lo que hace. Todos nosotros vivimos comunicando y estamos continuamente en equilibrio entre la verdad y la mentira”. “Preguntémonos qué verdad atestiguan las obras de los cristianos, nuestras palabras, nuestras elecciones. Los cristianos no son hombres y mujeres excepcionales. Son hijos del Padre, el cual es bueno, y proclama el amor de Cristo hacia los hermanos”, concluyó. (I)