Millones de personas abarrotaron este jueves los cementerios en Filipinas para recordar a sus muertos, en un jornada en el que se mezcla el carácter sombrío del Día de Todos los Santos y la afición del país por la fiesta.

Habitantes de todo el país se recogieron ante las tumbas de sus seres queridos, mientras la policía confiscaba a la entrada de los cementerios micrófonos de karaoke, y los líderes eclesiásticos instaban a los fieles a retenerse con el alcohol.

Todo forma parte del Día de Todos los Santos, que se celebra cada año el 1 de noviembre, cuando las familias rezan, recuerdan y honran a aquellos que murieron por su fe en una tradición que se remonta a la antigua Roma.

Publicidad

En la capital, Manila, Virginia Acasio fue con ocho de sus hijos y nietos a visitar la tumba de su nieto Vergel, quien murió en un accidente hace dos años, cuando tenía solo tres.

"Aún es muy doloroso para nosotros", dijo Acasio, de 58 años, a la AFP. "Tenemos que ir. Es una obligación. Extrañamos a mi nieto así que tenemos que venir aquí en el día de los muertos", continuó.

En los extensos cementerios de la capital, vendedores ambulantes vendían flores, velas, comida, bebidas e incluso juguetes entre las tumbas recién lavadas a la multitud de familias que visitaban las sepulturas.

Publicidad

Los lugares de descanso final son para muchos las llamadas tumbas "apartamento" que se acumulan unas sobre otras y pueden alcanzar muchos metros de alto.

Con las oficinas, las tiendas y las escuelas cerradas, multitud de personas llevaban flores, así como bolsas con comida y la recurrente botella de cerveza, dejada fuera del cementerio.

Publicidad

La Conferencia de Obispos Católicos del país instó a las personas a evitar "prácticas más bien inapropiadas como el juego, el consumo excesivo de alcohol o dejar basura en los cementerios u otros lugares sagrados".

"Muchos pueden haber olvidado el significado de estas conmemoraciones como se ve en la falta general de ambiente de oración en los cementerios", dijo.

El gobierno también desalentó un exceso de celebraciones desplegando controles de policías en la entrada de los cementerios, donde registraron a los visitantes, y apilaron artículos requisados como cigarrillos, cuchillos, naipes y utensilios para barbacoas.

La peregrinación anual a los cementerios desencadena un éxodo masivo desde la capital, con millones de personas viajando de vuelta a sus provincias de origen, donde están enterrados sus familiares.

Publicidad

Decenas de miles de policías fueron desplegados en las terminales de autobuses y en los puertos, así como en los cementerios de todo el archipiélago, de más de 105 millones de habitantes.