Filipinas permitirá a partir del viernes que los turistas accedan de nuevo a las playas paradisíacas de Boracay, una isla cuyo acceso estaba prohibido desde hace seis meses después de que se convirtiera en una "cloaca", según el presidente Rodrigo Duterte, a causa del turismo de masas.

El dirigente filipino anunció en abril el cierre de esta isla, una de las más visitadas del archipiélago, con el objetivo de limpiarla, reorganizar un crecimiento urbano anárquico y construir depuradoras de aguas residuales.

Seis meses después, Boracay dispone actualmente de un número inferior de hoteles y restaurantes. Sus autoridades redujeron la cuota de visitantes y prohibieron el consumo de tabaco y alcohol en las playas.

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Su objetivo es preservar y restablecer el orden en el litoral de una isla que en los últimos años acogió dos millones de turistas anuales.

La ministra filipina de Turismo, Bernadette Romulo-Puyat, confía en que la "nueva" Boracay simbolice un "modelo de turismo sostenible" en Filipinas.

"Se trata de tener en cuenta las consecuencias de nuestras acciones sobre el presente y el futuro del medioambiente", declaró recientemente ante los medios.

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La ministra también dijo que había advertido a otros territorios muy turísticos del archipiélago, como El Nido, en el norte de la isla de Palawan, o la isla de Panglao.

Algunas de estas localidades turísticas, como Oslob en el sur de la isla de Cebú, famosa por las actividades relacionadas con la cría de tiburones ballena, han tomado la delantera en la reducción del número de visitantes. (I)