Las décadas de abandono para Elena, de 71 años, no han terminado; luego de que fue reinsertada por un equipo del Instituto de Neurociencias de Guayaquil a su familia en Cuenca, en agosto pasado, ahora esta ha interpuesto un recurso judicial para que retorne a la entidad.

Una jueza ordenó el retorno de ella al instituto, donde estuvo abandonada por la familia por 34 años, considerando una acción de protección interpuesta por quien sería la madre de Elena, una mujer que estaría por los 100 años de edad. “Como la actora no sabe firmar estampa su huella en presencia del secretario”, se lee en parte del proceso con fecha del pasado lunes, a las 16:44.

A pesar de que durante la reinserción hubo otros familiares como testigos, al parecer ninguno asumió la responsabilidad de la acción judicial. Todo lo dejaron a la centenaria mujer.

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El fallo consta en el detalle del proceso que está colgado en el sitio web de la Función Judicial en Azuay y,  según los documentos, es de cumplimiento inmediato.

Para la jueza, Elena, quien padece de esquizofrenia paranoide,  debe seguir recibiendo atención médica y especializada en el Instituto de Neurociencias.

Una instancia del proceso solicitó al hospital Vicente Corral Moscoso una valoración médica de Elena. No se tuvo acceso al informe médico, sin embargo, se pudo conocer que hasta ayer Elena continuaba en Cuenca, a la espera de su traslado a Guayaquil.

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‘Un rechazo natural’

Aunque hubo rechazo por parte de los parientes, para los especialistas la reacción es parte natural del proceso de incluir nuevamente a ese ser apartado del núcleo familiar durante décadas.

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“Es normal que todo el mundo reaccione a la defensiva, primero porque son personas ‘desconocidas’ que aparecen; segundo, porque (la familia) habla de una persona de la que tienen una idea anterior, de maldad, de odio, de resentimiento, de daño, e inclusive de enfermedad. Así que es normal la resistencia”, asegura Andrés Ashby, sicólogo del área de Residencias de la dependencia que pertenece a la Junta de Beneficencia de Guayaquil.

Según el equipo de reinserción, tras la reintegración familiar, el siguiente paso suele ser la aceptación. Sin embargo, la familia de Elena se esforzó por ser la excepción a la regla.

Una ambulancia debe llevar a Elena al Instituto de Neurociencias. Y aunque no podrán darle el cariño que solo una familia puede otorgar, la entidad se encargará de que ella esté bien física y mentalmente hasta sus últimos días.

Acorde con los registros que mantiene la institución benéfica de índole privado, el caso de la septuagenaria es el primero en que por vía legal se retorna a un familiar después de una reinserción. Es por ello que este suceso se ha convertido en una lección para la entidad. La tecnificación del proceso será lo primero en lo que se trabajará para casos a futuro.

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Solo dos usuarios han decidido regresar al centro por motivos propios. ¿Y el resto? Logró experimentar ese amor filial que Elena no pudo. (I)