Vinculados con la identidad artística, musical y social de la urbe porteña, estos aparatos de reproducción musical –las rocolas– fueron muy conocidos y usados en las décadas de los 40, 50 y 60 del siglo XX e incluso más allá de ese tiempo. Y ahora, en pleno siglo XXI, ocasionalmente se las encuentra en algún local o domicilio de algún vecino de nuestras barriadas que desea revivir pasajes románticos.