La enseñanza integral que impartieron antiguos y ameritados maestros se manifestó de manera atinada y racional al poner énfasis en todas las materias formativas, pues no establecieron prioridades y consideraron útiles a todas. Así, ningún preceptor de primaria se quedó sin lograr que sus alumnos egresaran sin una expresión, ortografía y caligrafía aceptables, que junto con las buenas costumbres siempre sugeridas aseguró futuros buenos padres de familia y ciudadanos.

Para lograr éxito en el dominio de la gramática, idioma o lenguaje del programa que antes pertenecía al quinto grado, el Cuaderno de Verbos fue un auxiliar fundamental y se incluyó en la lista de útiles escolares. Cuando empezaba el aprendizaje del verbo y sus conjugaciones, se convertía en amigo inseparable del alumno, porque en clases se conjugaba algún verbo después de haber aprendido los llamados modelos de los regulares, irregulares y auxiliares, y una tarea adicional era conjugar uno o dos en casa. El empeño daba resultados.

Algo similar ocurría con el mejoramiento de la ortografía gracias a los ejercicios y lecturas constantes; y qué decir de la caligrafía o escritura: hubo Cuaderno de Caligrafía y de Escritura Inglesa, en los que se practicaba para ‘mejorar’ la letra. Al menos una vez a la semana había que ir a la escuela con cuaderno, canutero, papel secante y frascos de tinta azul y roja para llenar hojas y planas bajo la dirección del profesor. Se comenzaba con lápiz hasta dominar el uso del canutero, pero nunca faltaron los accidentes que mancharon uniformes, brazos y rostros.

Publicidad

El añorado Cuaderno de Verbos que traía impreso los nombres de los modos, tiempos y personas para facilitar el trabajo estudiantil se vendía en muchos de los bazares y librerías que atendieron en la ciudad hasta más allá de la segunda mitad del siglo XX y en los que continúan esa labor: Cervantes, Bravo’s, Pepe, Santiago, etcétera, y, por supuesto, las empresas e imprentas como La Reforma, Reed & Reed, Zea, Progreso, Artes Gráficas Senefelder, El Mundo, Papelesa.

Los cuadernos de verbos y de escritura ahora apenas resultan un hermoso recuerdo, pues han desaparecido de las aulas escolares y colegiales por la implementación de otros métodos de enseñanza. Hay letras manuscritas que resultan imposible entenderlas y en los celulares o móviles se leen mensajes con palabras y conjugaciones verbales que causan desazón en muchas personas. (I)

Te encontré Guayaquil, bajo un cielo/ de un infinito azul, sin mácula;/ dormida a los arrullos de una ría/ de oleaje azul, cantante enamorada.Benjamín Cordero y León (cuencano)