Doce mujeres mueren asesinadas a diario en América Latina. Pese a la adopción de una batería de leyes pioneras, la violencia contra las mujeres persiste en la región debido a la impunidad y a un clima de permisividad social, estimaron responsables y expertos, en un encuentro sobre la violencia de género del programa de cooperación entre América Latina y la Unión Europea, Eurosocial.

“Hemos tenido importantes avances en normativa, pero a pesar de eso la tasa de femicidios sigue siendo alta”, lamenta Ana Madrid, ministra del Instituto Nacional de la Mujer de Honduras, uno de los países de la región con el mayor número de femicidios (466 en 2016, según la Cepal),

En los últimos años hubo avances significativos en la región, con la aprobación en 18 países –entre ellos Argentina, Brasil, Colombia y Ecuador– de leyes o reformas a los códigos penales, en que se tipifica el delito de asesinato de una mujer por el solo hecho de ser mujer, bajo la denominación de femicidio o feminicidio.

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Fue también en América Latina donde surgieron los movimientos Ni Una Menos (Argentina), por la igualdad de género, contra el patriarcado y los femicidios, y Primavera Violeta (México), de despertar social contra la violencia machista.

Sin embargo, el panorama en la región es desolador: de los 25 países del mundo con las tasas más altas de femicidio, 14 están en América Latina y el Caribe.

Entre los casos más escalofriantes destaca el reciente asesinato en Perú de Eyvi Ágreda, de 22 años, quemada en un bus por un excolega que la acosaba por un amor no correspondido. También provocó conmoción la violación y estrangulamiento de una niña de 11 años en Argentina, o el crimen contra una mujer en Chile, que fue descuartizada y quemada en aceite por un hombre con quien mantenía una relación extramatrimonial.

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Para erradicar este flagelo “se necesita un cambio cultural importante”, manifiesta Isabel Plá, ministra chilena de la Mujer y la Equidad de Género, quien agrega que “aún no hay un consenso de que en ninguna circunstancia una mujer puede ser violentada”.

Pablo Navarrete, coordinador de asuntos jurídicos del Instituto Nacional de Mujeres de México, achaca también el clima de extrema “permisividad social” frente a los femicidios en su país, donde mueren más de siete mujeres al día víctimas de la violencia machista.

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Mariela Labozzetta, fiscal argentina especializada en la violencia contra las mujeres, estima que ha habido “avances enormes en las reacciones públicas frente a actitudes que antes estaban naturalizadas”, que a su vez eleva la vara “de la intolerancia con respecto al acoso y al machismo”.

Pero el principal refugio de la violencia de género es la impunidad, destaca Kathleen Taylor, directora de ONU Mujeres para América Latina y el Caribe. “Esa es la gran deuda que tenemos, que básicamente una mujer va a poner una denuncia y no hay una condena”, explica.

Según cifras de 2016 de este organismo, el 98% de femicidios y otras formas de violencia contra las mujeres queda impune en la región por falta de aplicación real de las leyes y de una baja inversión en la infraestructura requerida para la protección real de las víctimas y la sanción de los agresores.

“Hay mujeres que no van a denunciar a sus agresores por miedo (...) a quedarse solas (...) a que sus hijos se queden sin padre o por una dependencia económica”, comenta Paola Mera, secretaria técnica del Consejo ecuatoriano de la Mujer. (I)

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Requerimos un profundo cambio social y cultural para desnaturalizar esa violencia (de género) que ha sido socialmente normalizada y naturalizada.Pablo Navarrete, coordinador de asuntos jurídicos del Instituto Nacional de Mujeres de México.