Dos días después de ser dado de alta de una operación y aún con el yeso, el médico Luis Álvarez hacía fila desde las 08:00 de un martes de este mes en el hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) Efrén Jurado, en el sur de Guayaquil. Esperaba sellar el certificado de reposo médico otorgado por un especialista privado: “Me intentaron robar y me hicieron caer. Si no me operaba quedaba con secuelas”, dice este profesional, uno de los 3’113.641 afiliados activos que tenía el IESS hasta diciembre.