Cambiar. La necesidad de adaptarse al medio es lo que lleva por lo general a un virus a mutar. Es lo que ocurrió con el que provoca el zika, enfermedad descubierta en los seres humanos hace 66 años en 1952 en Uganda y Tanzania, ambas en África.

La revista científica estadounidense Science publicó el 28 de septiembre que el virus del Zika había sufrido una mutación con respecto al primer brote del 2007 en la isla de Yap en los Estados Federados de Micronesia, que lo hacía diferente al que circulaba hasta entonces sin mayor repercusión.

“Estos cambios en el genoma del virus”, explica la infectóloga Gisela Herrera, “le dan una capacidad mayor para alcanzar las células cerebrales... En este caso, la mutación le confirió una mayor patogenicidad, es decir, una mayor posibilidad de desarrollar la enfermedad en el huésped que lo alberga”, dice. Allí se explica su asociación con el síndrome congénito, que puede incluir la microcefalia y otros trastornos neurológicos.

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El Aedes aegypti, mosquito que transmite el zika al igual que el dengue, también sigue un proceso de adaptación que lo ha llevado a sobrevivir hoy a 2.300 metros sobre el nivel del mar, según investigaciones realizadas. Es decir, cubre una mayor área geográfica.

Una investigación del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos busca crear una vacuna efectiva y segura que dé inmunidad contra el virus del Zika. Se ejecuta en nueve países del continente: Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, EE.UU., México, Panamá, Perú y Puerto Rico.

Herrera afirma que el proceso está en la etapa 2B y que la vacuna estaría lista en dos o tres años. La mitad de los participantes recibirá la dosis y la otra mitad recibirá placebo. Cada participante estará en el estudio 96 semanas. Las mujeres participantes deben evitar el embarazo al menos 12 semanas después de la última aplicación del producto. (I)