Inclinando la cabeza y uniendo las palmas de las manos, ya fuera en jardines o en carreteras con vistas hacia el agitado mar, miles de personas en Japón recordaron el domingo siete años del sismo y tsunami que cobraron la vida de más de 18.000 personas en la costa noreste y desencadenó un desastre nuclear que convirtió a comunidades en pueblos fantasmas.