Sus amigos le dijeron que no buscara suerte en Ecuador, que ellos –que ya están aquí– son testigos de que los puestos de trabajo para extranjeros escasean, pues hay mucha presencia de migrantes. Frente a ese comentario generalizado, Roberto Medina, un migrante venezolano, decidió ir a Perú.

“Aparte de eso ya hay foco de xenofobia porque ya la gente se siente como amenazada, que no puede trabajar porque los venezolanos les están quitando sus trabajos”, comenta sobre la situación de Ecuador. Y aclara que lo que él busca como migrante es impulsar la economía del país que lo acoja.

Medina tiene 28 años, un hijo de siete y otro que nacerá en tres meses. La situación económica y política de su país lo obligó a dejar a su familia.

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Taina Sánchez iba para Santiago de Chile. Ella iba con su prima, cuyo destino era Lima. Héctor Mar también iba para esta ciudad, al igual que Andelis, una madre que viajaba con sus hijos de nueve meses y de cuatro años. Mientras tanto, Karina Miranda iba rumbo a Argentina.

De todos los consultados, solo Gladys Barragán, una profesora jubilada, tenía como destino Ecuador. Ella viajaba a Quito, a visitar a su hija que emigró hace un año. La economía dolarizada, dijo, influyó para que ella escogiera este país para buscar suerte.

Según estadísticas del Ministerio del Interior, que controla los puntos migratorios, entre enero del 2017 y enero del 2018, ingresaron a Ecuador 350.490 venezolanos, pero en ese mismo periodo salieron 279.517. Es decir que ocho de cada diez venezolanos que arribaron al país no se quedaron aquí. Ecuador es un país de paso para los migrantes venezolanos.

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Las estadísticas también reflejan que la mayoría de estos migrantes se transportan por vía terrestre. El 81% de venezolanos que ingresaron al Ecuador lo hicieron por el puente de Rumichaca, en la frontera con Colombia.

Asimismo, el 72% de esos migrantes abandonaron el país por Huaquillas, en la frontera con Perú. Por eso allí también hay fuerte presencia de venezolanos saliendo.

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Darwin Zambrano es un tulcaneño que trabaja en una empresa de transporte colombiana. Se encarga de recibir a los pasajeros en Rumichaca y ubicarlos en otro bus que siga con el recorrido hacia el sur. Lleva un año en ese oficio y cuenta que al inicio recibía entre siete y ocho buses al día. La demanda creció en el último año y ahora se despechan entre 15 y 18 buses, añade. (Ver cifras).

Taina Sánchez pagó $ 134 por el pasaje desde Cúcuta, en la frontera colombo-venezolana, hasta Guayaquil, pero calcula que para llegar a Santiago de Chile gastará $ 360.

Su rostro refleja cansancio y apenas lleva dos de los ocho o nueve días que le esperan de viaje. (I)