La imagen de decenas de niños protegiéndose de un tiroteo en el suelo dentro de un colegio de Río de Janeiro ilustra la gravedad de la ola de violencia que sacude la región, con más de 20 enfrentamientos diarios que dejaron 150 muertos en enero, en antevísperas del carnaval más famoso del mundo.

La frialdad de las estadísticas contrasta con la crudeza de las fotografías que los profesores y alumnos de un colegio público de Sao Cristovao, en el norte de Río, una de las zonas más castigadas por la pobreza y la violencia de la ciudad, han distribuido en las redes sociales.

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Un delincuente armado que huía de un operativo policial ingresó en las instalaciones y los alumnos tuvieron que salir de sus clases y refugiarse en un corredor.

También ayer mismo, el batallón de operaciones especiales (BOPE) tuvo que liberar a seis miembros de una familia que fueron tomados como rehenes por un ladrón que entró en su casa armado, en la zona norte de Río, huyendo de la Policía.

Una situación que se repite con dramática frecuencia en el estado de Río de Janeiro, donde sólo en la última semana los tiroteos han dejado 13 muertos, en la capital y en Angra dos Reis.

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La presencia de unos 10.000 efectivos del Ejército, que llegaron a Río el año pasado y que se quedarán hasta finales de 2018, no se ha traducido en una caída de la violencia ni ha disuadido a los delincuentes.

Según Fuego Cruzado, una aplicación que ofrece un mapa de los enfrentamientos en Río y su zona metropolitana, en enero se registraron 688 tiroteos, lo que arroja una media de 22 por día, la cifra más alta desde que este sistema comenzó a funcionar, en julio de 2016, y casi el doble de los registrados durante el mismo mes del año anterior.

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Las víctimas también se multiplicaron: 146 muertos -entre ellos 13 policías- y 158 heridos por arma de fuego solo en enero frente a los 115 fallecidos que se contabilizaron hace un año. (I)