Tres horas antes de que Rafael Correa llegara al país un primer grupo de sus seguidores entró al aeropuerto José Joaquín de Olmedo de Guayaquil. Pocos con sus fotos o camisetas verdes, otros sin nada alusivo pasaban desapercibidos en la zona de arribo internacional.
Pero al llegar al aeropuerto el excomandante de la Armada Aland Molestina y Luis Serrano, del movimiento Salud y Trabajo, un grupo de correístas se alzaron a gritar a favor de Correa y contra los opositores. Mujeres lideraban las confrontaciones y detrás de ellas los hombres empujaban para desalojar a los detractores del expresidente.
En minutos surgió el enfrentamiento, los golpes se repartían de lado y lado, utilizaron los palos de los afiches y banderas para agredirse. No había policías y la seguridad del aeropuerto miraba de lejos.
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En medio del forcejeo, Molestina resultó herido, sangraba por un pequeño corte en la nariz. Periodistas y camarógrafos también fueron agredidos verbal y físicamente; a algunos les sustrajeron sus pertenencias.
El Grupo de Operaciones Especiales (GOE) llegó casi a la par que el expresidente Abdalá Bucaram Ortiz, su hijo Dalo y un grupo para desaprobar el arribo de Correa. Ahí el cruce fue de insultos y agresiones, hasta que los policías arrojaron gas pimienta.
Aún faltaba para el arribo de Correa. Su llegada se anunció para las 00:50 desde Colombia, pues había tomado un vuelo de Francia a ese vecino país, para luego volar hacia Guayaquil.
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Amigos le pagaron el viaje en jet privado
Los Bucaram se retiraron al recibir información de que no llegaría al aeropuerto. Y así ocurrió, Correa arribó media hora antes de lo previsto a una terminal aérea privada, a bordo de un jet de lujo y en el que estaba registrado con su segundo nombre: Vicente Correa.
Para entonces algunos de los simpatizantes que aguardaban en el aeropuerto ya se habían desplazado y unido a otro grupo de correístas liderado por Ricardo Patiño, Doris Soliz y Marcela Aguiñaga, quien dijo que la presencia del exmandatario obedecía a una reingeniería en Alianza PAIS. “Evidentemente vamos a tener que tomar decisiones importantes...”.
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Correa apenas pudo saludar a sus simpatizantes al aproximarse a las rejas para extenderles la mano y luego lo hizo desde un vehículo que debió salir por otra ruta alterna.
Ayer dedicó la jornada a reuniones con sus seguidores. (I)