Cargaba su cámara al tomar fotos y se refrescaba con sus botellas de agua hasta llegar y caer ante la belleza ofrecida por la ciudad, desde las alturas. Refrescándose con la brisa proveniente de las aplacibles aguas del río Guayas llegaron a lo alto del cerro Santa Ana. Ellos se tomaban fotos en el Faro buscando el mejor rincón con ese atractivo, con la capilla o cada una de las vistas ofrecidas en cualquier punto cardinal.