Andrés quería estudiar medicina hace dos años, cuando salió de la secundaria, pero el puntaje de 680 que sacó en el Examen Nacional para la Educación Superior (Enes) no fue suficiente para acceder a un cupo en la Universidad Estatal de Guayaquil. Laura, que sacó 771 puntos, fue superada por otros aspirantes a ingeniería en la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol).

Sus cifras son parte de un promedio nacional “bajo” como califican dos educadores a los resultados que guarda la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Senescyt) respecto a cada semestre desde 2012 hasta 2016 en que se tomó el Enes.

Los datos señalan promedios equivalentes a 656,8 puntos en cuatro años en Guayas, la provincia con mayor cantidad de inscripciones (406.399), pero no por ello la mejor.

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Pichincha, con 340.399 inscripciones, es la provincia donde se registran los más altos promedios de la prueba: entre 700,2 en 2012 y 762,8 en 2014.

Visto por regiones, las provincias de la Sierra (excepto Bolívar) tienen mejores puntuaciones que las de la Amazonía y de la Costa. Detrás del promedio global que tiene Pichincha en cuatro años: 733,7 puntos, Tungurahua le sigue con las mejores notas: 721,3. Y contrario a estas, Esmeraldas (624,5) y Los Ríos (622,8) tienen las más bajas del país. Una diferencia que pasa de los 100 puntos entre el primero y el último.

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Para Iván Tutillo, doctor en acreditación educativa superior, las notas son el resultado de los métodos de estudios. “Con el Enes se busca evaluar el razonamiento lógico para resolver problemas y para ello es muy importante tener el contexto de las cosas”, dice.

Es en la adquisición del contexto donde Tutillo cree que radican las diferencias regionales. Lo explica así: en la Sierra, los padres se preocupan más por lo social, lo político, lo cultural, lo ambiental, y eso lo trasladan a sus hijos. En la Costa no ocurre en la misma dimensión, somos más pragmáticos, si no podemos resolver algo contratamos a alguien para que lo resuelva, no nos preocupamos mucho de adquirir el contexto.

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Y pone un ejemplo: cuando en la prueba se pregunta por el monto equivalente al 5% del deducible de un siniestro, el chico no sabe lo que es deducible o lo que es un siniestro. Hay estudiantes que saben hacer cálculos, pero hay palabras que no conocen, son estudiantes mecánicos, acostumbrados a libros que solo hablan de x o y, pero no tienen el contexto y fallan.

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Desde este año, el examen Enes se unificó con la prueba Ser Bachiller para evaluar tanto habilidades como destrezas en cinco campos: aptitud abstracta y los dominios matemático, lingüístico, científico y social. Pero los reparos continúan.

Para Beatriz Rodríguez, Ph.D. en pedagogía, hoy en día los maestros tienen mucha carga administrativa, elaborando informes con los que se busca asegurar la calidad de la educación, y por eso descuidan la parte metodológica. “Es deseable subir los estándares, pero cuesta hasta que todo el método esté estandarizado. No es lo mismo enseñar matemáticas con un libro que con ejemplos de tablas de bingo o ajedrez, allí el alumno aprende en contexto”.

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Rodríguez cree tras este proceso de cambios para el acceso a la Universidad habrá mejoras. “Los maestros ya estamos trabajando para familiarizar al alumno con las pruebas que le van a tomar y esperamos que en los próximos años los resultados sean mejores”. (I)

En prueba Enes se califican ítems que en la Costa no les prestamos mucha atención, como contexto ciudadano. En la Sierra manejan mejor eso. Cuando se califica sociales, ellos tienen una fortaleza”.Iván Tutillo, Especialista