Eduardo y Andrés Arroyo son gemelos y luego de terminar sus estudios de tercer nivel hicieron una maestría en posproducción audiovisual. Es una de los 303 programas vigentes, incluidas las de tipo profesional y de investigación, según la Secretaría de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Senescyt).

Lo hicieron, acorde con la tendencia de los jóvenes de especializarse en la profesión universitaria escogida, casi sin acumular experiencia en un mercado laboral con una oferta limitada. Andrés trabajó casi cinco años, antes de decidirse a realizar la maestría en 2015.

Aunque dice que no tiene el sueldo que esperaba, cuenta que aplica el conocimiento adquirido. “No pienso pedir algún tipo de aumento, simplemente me han apoyado con los permisos... Por ese punto me pongo del lado de los empleadores y sé que ellos siempre buscan gente con más experiencia y no a los que tengan más títulos”, dice.

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Andrés, de 29 años, cubrió el gasto de la maestría con su sueldo. “Un poco más de la mitad se me iba en pagar la cuota”, indica. Su hermano Eduardo labora en el área de publicidad, pero casi no practica en lo que se especializó. Ambos tienen un emprendimiento que priorizarán a largo plazo, dice Andrés.

Al 2016 Ecuador tenía 1’063.228 personas de 25 años y más que habían culminado el tercer nivel. Ellos pueden demandar estudios de cuarto nivel (que incluye maestrías).

La Senescyt registra 271.353 títulos de cuarto nivel y 4.181 de tipo doctorado o Ph.D (entre nacionales y extranjeros). Su número subió al pasar de 10.003 en 2005 a 18.912 en 2015, según el Consejo de Educación Superior (CES) –órgano que regula la educación superior–.

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Los másteres se enfrentan a un mercado laboral con un nivel de ingresos promedio bajo. Este se redujo, entre la población empleada, de $ 355 en junio del 2014 a $ 326 en junio de este año, según el INEC. En el grupo de los que tienen ‘empleo adecuado’ –que incluye a los que ganan igual o más del salario mínimo ($ 375)–, el ingreso promedio llega a $ 526.

Santiago Toral realizó una maestría en el área audiovisual en Argentina, pero antes laboró como docente universitario y en una empresa. Dice que “es importante tener experiencia previa en el mercado laboral porque de alguna manera ayuda a que se afine el tipo de maestría que se quiere hacer”.

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Toral conoce casos de másteres y doctores que no encuentran un campo laboral más allá de la educación superior: “Las universidades son el único espacio donde el salario va acorde con la titulación. En el ámbito comercial o empresarial no se respeta y se paga lo que sea”.

El art. 150 de la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES) establece que para ser profesor titular principal hay que “tener... doctorado (Ph.D. o su equivalente)”. Y para los docentes titulares auxiliares o agregados, al menos una maestría.

Katherine Chiluiza, decana de Posgrados de la Escuela Superior Politécnica del Litoral –en la que hoy 1.336 realizan maestrías–, señala que apostar por la educación de calidad vale la pena. “Se tiene gente especializada en temáticas concretas, que la industria requiere”, asegura, pero agrega que “desafortunadamente, en ocasiones se desconoce el nivel y habilidades de estos nuevos profesionales. Una persona preparada puede insertarse en el mercado laboral, incluso crear nuevas oportunidades para otros”.

Agrega que falta una mayor difusión de las habilidades de los graduados: “demostraciones de lo que son capaces de hacer” para una mejor valoración de este nivel de estudios.

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María del Carmen Lapo, directora de dos programas de maestría en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG), asegura que hasta antes de 2010, los alumnos de este nivel de estudios tenían un promedio de entre 35 y 38 años. Hoy son personas de 27 a 28. “Para preparar la malla hacemos un análisis del mercado. Hay una responsabilidad social, no solo ofrecer por novelería, y se debe cumplir lo que dispone el CES”, asegura.

En Ecuador, un programa de posgrado cuesta desde $ 4.000, hasta más de $ 20.000, según el centro de educación superior y el área de estudios. “En promedio valen $ 10.000, $ 12.000, $15.000 o a veces más alto, por ejemplo, las especializaciones médicas están entre $ 20.000 y $ 40.000”, dice Walter Mera, vicerrector de investigación y posgrados de la UCSG. “La diferencia es que una maestría como la de administración de empresas puede admitir hasta 30, pero una especialidad médica en cirugía plástica, por ejemplo, solo hasta 4”, indica.

La docencia universitaria, la investigación, puestos en el sector público o el emprendimiento son algunas de las opciones para quienes realizan maestrías y quieren tener ingresos acordes con la inversión, según Nadya von Schoettler, jefa de la firma de servicios profesionales Manpower, en Guayaquil.

Von Schoettler agrega que para la mayoría de las posiciones en áreas ejecutivas, coordinaciones o jefaturas, los empleadores no exigen un perfil con título de cuarto nivel. “Priorizan la experiencia... Sin embargo, existe un nicho de empleadores que dan oportunidades a los que se dedicaron totalmente a sus estudios, es un segmento pequeño, ciertas multinacionales”, afirma.

La barrera radica, dice Von Schoettler, en que la aspiración salarial de los másteres es, por lo general, mayor a la que tienen personas con títulos de tercer nivel. Esto porque en su mayoría tienen créditos por pagar. “Los empleadores tienen un presupuesto limitado y allí de pronto la necesidad se cubre más fácil con los que tienen estudios de pregrado”, señala.

Un total de 17.254 estaban matriculados al 2016 en programas de cuarto nivel en Ecuador, de los cuales, 315 corresponden al nivel de doctorado.

Nefi Marroquín, gerente de Operaciones del Banco del Pacífico (cuyo accionista es la Corporación Financiera Nacional que asumió la cartera del antes Instituto Ecuatoriano de Crédito y Becas), dice que desde 2013 hasta el 7 de septiembre pasado se han otorgado 8.402 créditos para estudios de cuarto nivel por $ 116’809.032.

El 2015 fue el año cuando más se otorgaron desde 2013 con $ 51’387.359 (3.368 créditos). En 2016 bajó a $ 21’098,140 (1.708 operaciones). Y hasta el 7 de septiembre de este año se dieron 1.483 por $ 16’005.674. De los créditos, 437 tienen cuotas vencidas por $ 74.566. (I)