En diferentes sectores de la ciudad, uno en el barrio del Centenario y otro en la isla Trinitaria, Guillermo Ballesteros y Ramón Loor a diario afilan cuchillos. Con sus silbatos llaman la atención de los vecinos, aún sorprendidos de verlos ofrecer un servicio tan antiguo y escaso en muchos hogares, donde hoy se afila con rústicas piedras de río o playa, o también con modernas piezas de metal.