Estos depósitos o locales de venta de leche, especialmente la de ganado vacuno, tuvieron mucha acogida durante varias décadas en el Guayaquil de fines del siglo XIX y hasta más allá de la mitad del XX. La ciudad no se había extendido con la rapidez actual y en sus alrededores existieron haciendas y quintas que proveyeron de este alimento al vecindario poniéndolo a la venta en locales que la gente bautizó como lecherías, situadas en diferentes barriadas con producto de su propia ganadería o con el que le llegaba de poblaciones vecinas por medio de comerciantes mayoristas.