Pablo Arosemena Marriott venía de La Puntilla de presentar en una universidad el libro La culpa es de las vacas flacas, segunda edición, de índole económico y cuyos créditos comparte con el columnista Pablo Lucio Paredes. Llega al Barrio del Astillero, a un edificio de Eloy Alfaro y Camilo Destruge, que escoge para hablar de Guayaquil, a propósito de los 482 años de proceso fundacional.

Allí, al frente del colegio La Inmaculada, Pablo Arosemena, presidente de la Cámara de Comercio de Guayaquil, pasó su niñez. Refresca recuerdos. Observa a través de un enrejado y con la emoción de evocar buenos tiempos, toma fotos de la escalera de mármol. Un propietario que llega a casa, lo sorprende; Pablo Arosemena, de 38 años, explica: “Yo viví aquí, mi abuelo construyó este edificio”. El dueño, en respuesta, lo invita a subir al inmueble que él no pisaba en 26 años.

¡Aquí jugábamos pelota con mi hermano!, ¡aquí estaba mi cuarto!, exclama en su ascenso al balcón de la cuarta planta. “Se podía jugar pelota en los zaguanes, uno salía en bicicleta a darle la vuelta a la cuadra”, subraya y sostiene que Guayaquil es la ciudad de grandes gestas.

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“Cuando en Ecuador se han impulsado las causas de libertad, estas han tenido origen en Guayaquil, no solo causas empresariales, gremiales, sino temas cívicos o sociales”, analiza y califica al Puerto Principal como ciudad emprendedora, moderna, con desafíos pendientes, posicionada en el siglo XXI.

Arosemena recomienda visitar el Malecón Simón Bolívar y el barrio Las Peñas, y destaca un tercer punto por su reciente proyección. “El Malecón del Salado ahora tiene desarrollo cultural con este espacio La Bota; yo lo recomiendo: muy bonito, entretenido, seguro, acogedor; novedosas las cosas que uno ve allí”, promociona y asegura que Guayaquil ofrece cada vez “más cosas que hacer”.

“Hace 15 años uno decía no hay nada que hacer en Guayaquil, y veíamos con sana envidia la oferta cultural o gastronómica de Quito. Creo que ese ya no es el caso. Guayaquil tiene una oferta gastronómica y cultural a todo nivel, para todo segmento”, sostiene y nombra el Teatro Centro de Arte y, aunque aclara que no está en jurisdicción guayaquileña, cita el Teatro Sánchez Aguilar, en La Puntilla.

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Alude los sitios para microteatro en Las Peñas y Urdesa.

En lo gastronómico, Arosemena habla de cebiches y de lo difícil que es destacar un local. Luego admite que hoy el que más disfruta es la Cebichería de Pepe 3. “Es un estilo medio manabita, viene con maní, aguacate, pero es guayaco”, dice y señala que lo han pedido para juntas directivas de la Cámara.

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En cocina gourmet prefiere el hotel Oro Verde. “Ellos están haciendo un resurgimiento de la comida criolla, pero ‘gourmetizada’”, describe y afirma que ejecutivos foráneos destacan la limpieza de calles, la brisa del río, que ello es propicio para un buen ambiente, para entablar negocios, menciona. (I)

Guayaquil es una ciudad moderna, capitana, pujante, llena de oportunidades, no solo para los guayaquileños sino para los ecuatorianos. Somos la ciudad que captamos más turismo interno, externo; la que lleva las grandes iniciativas, las grandes causas nacionales. Pablo Arosemena, presidente de la Cámara de Comercio de Guayaquil