El calor es sofocante. Tanto que los nietos de Magaly Murillo, de 1 y 3 años, lloran con desesperación, mientras ella trata de ventilarlos con una hoja que agita como si fuera un abanico. Un galpón de zinc que le donaron a su hermana es desde hace tres meses el albergue para los seis integrantes de su familia.