El <a href="http://www.eluniverso.com/tema/papa-francisco">papa Francisco</a> enfocó ayer su visita de un día a la acaudalada ciudad italiana de Milán en aquellos marginados por la sociedad, visitando familias en un proyecto de vivienda y exhortando al clero a llegar hasta las periferias.El itinerario papal fue un reflejo de su postura de que las periferias ofrecen una visión más precisa de la realidad que los cuidados y prósperos centros de ciudad.Dijo a miles de fieles reunidos en el lugar que es importante para la Iglesia católica “no quedarse en el centro a esperar, sino ir hacia todo el mundo, en la periferia, ir también hacia los no cristianos y no creyentes”.Posteriormente, en el gran Duomo en el centro de la ciudad, exhortó a religiosos y religiosas a que lleven su misión a las periferias “para reencender la esperanza que ha sido apagada y minada por una sociedad que se ha vuelto insensible al dolor ajeno”. “En nuestra fragilidad como congregación, podemos volvernos más atentos a las muchas fragilidades que nos rodean y transformarlas en una bendición”, añadió.Durante un intenso día, el papa atravesó la ciudad varias veces, incluyendo el norte de Milán, donde ofreció una misa abierta para un millón de fieles y resaltó la ‘mutiétnica’ que no teme al diferente. Antes de la eucaristía, almorzó con un centenar de reclusos en la cárcel milanesa de San Vittore y durmió una siesta allí.Temprano, en las viviendas subvencionadas en los límites de la capital financiera y de la moda viven más de mil personas, incluidos ancianos y extranjeros que habitan en los márgenes de la sociedad, el papa hizo visitas privadas a tres familias, una pareja en la cincuentena con problemas de salud, otra pareja de octogenarios enfermos y una tercera familia procedente de Marruecos, que enseña árabe.Varios niños le entregaron dos regalos: una estola de sacerdote hecha a mano, que se puso enseguida, y una pintura de la Virgen en la iglesia local. (I)