Paco Moncayo se mostró feliz por las calles de la capital. El presidenciable por el Acuerdo Nacional por el Cambio llegó, a las 10:20, a la plazoleta de San Blas, en el Centro Histórico, y fue recibido por la banda de pueblo La Farra Quiteña, con sanjuanitos y saltashpas. Y salió en una caminata por la estrecha calle Guayaquil. Le faltaban manos y brazos para saludar con los transeúntes.

Escoltado por candidatos y dirigentes de su agrupación, se dio tiempo para ingresar a casi todos los locales de comida, cafeterías, heladerías. Adentro, con los clientes y empleados se abrazaba y se tomaba fotos.

Una señora le dijo: “Acordarase de lo que está ofreciendo, verá; acordarase cuando sea Presidente...!”. “Usted me conoce señora linda, yo no ofrezco por ofrecer”, le respondió y la abrazó, y siguió su camino levantando la mano, respondiendo saludos a los quiteños que viajaban en los trolebuses y rompiendo a cada momento el protocolo ante la angustia de sus colaboradores cercanos que le señalaban la ruta de la plaza de San Francisco, donde debía terminar la caminata.

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Pero este exalcalde de Quito (2000 y reelecto en el 2004) seguía contento: “Aquí estoy saludando a la gente; hemos estado en varias provincias de la Costa, excepto en Esmeraldas. Ahora estoy en mi querida ciudad natal, Quito, que me quiere y que me apoya”.

Y contó lo que ha percibido en esos lugares: “Mucha simpatía, mucho respeto. No diría que todos los que salen a las calles y nos acompañan van a votar por mí, pero se observa mucha simpatía y mucho respeto; nunca veo malas caras; veo gente simpática que me saluda y que me abraza”.

Con humor posteó fotografías probándose zapatos: “De tanto recorrer el país, necesité una parada de emergencia”.

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Y tras hablar de las denuncias de corrupción que suenan en el país, sus simpatizantes comenzaron a gritar: “Con Paco no hay atraco”. (I)