Luis Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, entre otros líderes, estarán en el funeral.

Fidel está en el grito desbocado de rostros enjutos por el dolor; dibujado en frentes, mejillas, pantorrillas, en carteles o en la lata de los Ford o Chevrolet de los años 50 o 60. “Yo soy Fidel” y “Hasta la victoria siempre” han sido las frases que más han retumbado en la emblemática Plaza de la Revolución y en las calles de ciudades y pueblos que vieron pasar al ‘comandante’ reducido a cenizas expuestas en urna de cristal.

Miles de habitantes inundaron vías y engalanaron las casas coloniales con grandes banderas cubanas y del Movimiento 26 de Julio, que fundó Castro al inicio de la lucha revolucionaria tras el fallido ataque al Cuartel Moncada de 1953. En las entradas de algunas viviendas se levantaron altares improvisados con fotos de Castro.

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“Somos una familia revolucionaria que siempre hemos estado, y ahora más que nunca, con Fidel y la revolución”, dijo Doris Serrano Wilson, de 52 años, una de las habitantes en Camagüey, por donde pasaron las cenizas de Fidel el pasado miércoles.

Han transcurrido diez días del anuncio de la muerte del ‘comandante’ y tras numerosos homenajes y un recorrido de casi 1.000 km, hoy los cubanos despiden a su “líder de la revolución” en Santiago de Cuba.

El Gobierno cubano ha sido elogiado por organismos internacionales por lograr un sistema de salud igualitario y una cobertura amplia de educación, pero criticado por su sistema de partido único, su economía bajo control del Estado o por la falta de libertades políticas.

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Después de Fidel, nada hace pensar que Cuba desistirá del socialismo, aunque eso apenas inquieta a jóvenes de provincia como Ángel Mora. Este técnico electrónico solo quiere un buen ingreso y encontrar leche y transporte en las mañanas.

Cuando el comunismo comenzaba a desmoronarse, Fidel prometió que Cuba y la revolución “seguirían luchando y seguirían resistiendo”. Fue durante un discurso en la ciudad de Camagüey en 1989. Faltaban dos años para el colapso de su protector, la Unión Soviética.

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Sometida al embargo estadounidense, la isla sobrevivió a un traumático periodo de escasez, pero con secuelas: éxodo de 2 millones de cubanos, deterioro en infraestructura, salarios bajos y circulación simultánea de 2 monedas locales, causante de una distorsión que ataca directamente el ideal igualitario.

Hay una minoría que gana y gasta en moneda dura (CUC, 1 dólar, 25 pesos cubanos) y una mayoría que usa moneda débil (CUP, un peso cubano).

“Todos hablan del legado de Fidel, pero para defender ese legado hay que mejorar la economía”, comenta Mora.

Ahora que Fidel murió, tras haber delegado el poder a su hermano Raúl en 2006, Cuba persistirá en su lenta y cauta apertura al trabajo privado y la inversión extranjera.

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“El rumbo ya está trazado”, dijo Raúl en abril pasado, manteniendo el régimen de partido único y el protagonismo del Estado, que maneja desde refinerías hasta pizzerías.

“La dirección cubana teme que una profunda reforma de mercado erosione los niveles de control estatal sobre la economía y genere una clase social que, al acumular, esté en condiciones de restablecer el capitalismo”, comentó Mauricio Miranda, economista cubano de la Universidad Javeriana de Colombia.

Raúl Castro ya anunció que dejará el cargo en febrero de 2018, aunque seguirá influyendo como máximo líder del Partido Comunista.

Pasada la euforia por el acercamiento con EE.UU., el presidente enfrenta un último tramo de gobierno muy complejo.

“Cuba está viviendo otro momento, el hermano de Castro no es Fidel, tiene otros proyectos”, dice el historiador ecuatoriano Enrique Ayala Mora, quien agrega que el “gran desafío” es cómo se logra en Cuba un proceso de democratización y la instalación de un régimen de partidos en vez de un partido único, conservando los logros de la revolución.

“Cuba tiene que cerrar el ciclo. Raúl Castro va a terminar su mandato en pocos años, entonces el nuevo liderazgo cubano tiene que fijarse en el nuevo siglo XXI de nuevas metas”, refiere Ayala.

El excanciller ecuatoriano Francisco Carrión considera que en Cuba habrá una transición a una democracia no necesariamente al estilo occidental tradicional, sino a una mayor participación del pueblo cubano. “No quisiera que haya una confrontación por la fuerza, sino que haya un proceso de normalización y espero que el señor (Donald) Trump (presidente electo de EE.UU.) no asuma una posición beligerante que eso es lo que podría llevar a una confrontación”, indica.

Pedro Sánchez, un anciano de 81 años que dijo ser excombatiente del Ejército Rebelde y haber estado en la cárcel durante la época de Batista, defiende con fervor revolucionario el legado de su comandante. “Con la muerte de Fidel, la revolución debe seguir su rumbo, atrás ni para coger impulso”. (I)