Nace en el río Guayas y termina en el estero Salado. Comprende un tramo de 42 cuadras y su nombre hace mención a la fecha histórica del primer grito de la Independencia que se rememora hoy.

Es la calle 10 de Agosto de Guayaquil la que se caracteriza por el asentamiento habitacional y también el movimiento comercial. A lo largo destacan además lugares turísticos como la Catedral, el parque Seminario y la Torre Morisca.

Quienes habitan y trabajan desde hace varios años dan detalles y cuentan anécdotas de cómo era la 10 de Agosto y de la transformación que poco a poco fue adquiriendo. También de los problemas de inseguridad que por un tiempo los atemorizó, pero que, dicen, ha disminuido en los últimos meses con la presencia policial. Otros destacan la parte comercial que se mantiene, pese a la difícil situación económica actual.

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Sentada en la sala de su casa, levantada a orillas del estero, en 10 de Agosto y Yaguachi, Andrea Correa hace una pausa la mañana de un lunes en su desayuno para recordar cómo se divertía cuando tenía 13 años. “Aquí entraba un barco de Esmeraldas que se llamaba Anina y nosotros (los muchachos) nos tirábamos de ese barco a bañarnos (...), ahí el agua era limpia no como ahora”, expresa la mujer de 60 años y madre de cinco hijos que crió en ese barrio.

Los adultos se dedicaban a la quema del carbón y la pesca, indica. “Todo el mundo se saludaba y era tranquilo (...)”, dice.

Roberto Benavidez, de 71 años, y su esposa, Esperanza Cauja, de 70 años, habitan en esta calle desde que se casaron hace 50 años. Ella recuerda que antes de casarse iba a visitar a una tía, por lo que había que pasar por puentes de madera porque era lodo y tierra. La gente rellenaban el estero para levantar sus casas de madera. Sostiene que con la intervención de la Policía en el callejón Décimo la gente se siente más tranquila.

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En esos tramos aún es común observar a vendedores en triciclos ofertando frutas o pescado a por menor.

El panorama cambia avanzando hacia el centro entre las calles Esmeraldas, José Mascote, av. del Ejército, García Moreno y José de Antepara. En ese tramo funcionan ferreterías, almacenes de repuestos, amortiguadores. Ahí destaca la Sociedad de Artesanos Amantes del Progreso y más adelante el colegio fiscal Ati II Pillahuaso.

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Delia Paredes, directora de la biblioteca Augusto Alvarado Olea de esta sociedad de artesanos, vivió su juventud en las calles 10 de Agosto y Pío Montúfar. Ella añora las caminatas por las noches cuando todo era tranquilo. Los domingos, cuenta, en el parque La Victoria la gente se distraía con el juego de vaca loca hace 35 años. “Donde está el Ati II Pillahuaso era el Quinto Guayas (...) pasaba el colectivo de la línea 2 e iba largo (...) había tercernas y otros negocios”, dice.

Otras de las estructuras que caracterizan la zona es la del Mercado Central. Desde Pedro Moncayo hasta la Chimborazo predominan los negocios de venta de ropa, uniformes y artículos para el hogar. Uno de los negocios más antiguos es el de la fotografía y modas Ibáñez, en las intersecciones de García Avilés y Rumichaca.

Marlene Ibáñez, una de las dueñas del negocio familiar, dice que el sector siempre se ha caracterizado por ser comercial. El recorrido termina en las siguientes siete cuadras donde destaca lo turístico como la iglesia la Catedral, el parque Seminario, el edificio municipal y la torre morisca. (I)

42 cuadras tiene la calle que inicia su circulación vehicular desde el Salado hasta el Malecón.

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