Aún tienen laceraciones y fracturas en sus cuerpos; en sus mentes siguen las secuelas psicológicas por haber estado al borde de la muerte. Pero también tienen la alegría de haber vuelto a la vida, agradecen a Dios y sus rescatistas.
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Sienten que volvieron a nacer. Se salvaron bajo los escombros y fueron rescatados a las horas y hasta días del desastre. Ellos narran a este Diario su suplicio.
Aún tienen laceraciones y fracturas en sus cuerpos; en sus mentes siguen las secuelas psicológicas por haber estado al borde de la muerte. Pero también tienen la alegría de haber vuelto a la vida, agradecen a Dios y sus rescatistas.
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