Fue prefecto religioso de Galápagos, obispo auxiliar de Guayaquil y obispo de Loja durante 22 años, hasta que debió renunciar al cumplir 75 años de edad como dispone el Código de Derecho Canónico, pero su devoción al servicio de Dios y al trabajo con la comunidad hizo que lejos de acogerse al retiro decidiera aceptar ser párroco de la iglesia San Antonio de Padua, en Urdesa norte, conocida como “del Hno. Gregorio”.