Fabiola dejó de comprar carne, Carolina ya no varía su menú, pues ya no come pescado sino solo pollo (regulado por el Estado) y Josefina reemplazó sus productos de limpieza de casa por un genérico para baños. Las tres son amas de casa que intentan todos los días “estirar” el dinero limitándose en adquirir lo más prioritario.

Ese es el drama de la familia común en Venezuela, que pese a ser el cuarto país productor de petróleo (3 millones de barriles diarios) y con la mayor reserva de crudo en el mundo (316 millones de barriles), registra también la mayor inflación anual en América Latina: 54,3%, según el Banco Central de ese país (BCV), hasta octubre pasado.

Para analistas económicos, la inflación acelerada que vive Venezuela se debe a la poca producción nacional, el aumento de las importaciones y del dinero circulante, y el alto nivel del gasto público. Para el gobierno se trata de una “guerra económica” orquestada por la oposición. Una ‘batalla’ que el presidente Nicolás Maduro dice que enfrentará tras la aprobación de la Ley Habilitante que le permite emitir decretos, con fuerza de ley, por un año. Ya hubo un adelanto hace dos semanas, al ordenar la rebaja forzosa de los precios de electrodomésticos a varias tiendas comerciales y detener a empresarios acusados de vender con sobreprecios de hasta 1.000%. Sus dos primeras leyes –señala– buscan aumentar los controles a empresarios y regular las importaciones.

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El Fondo Monetario Internacional (FMI) ya lo advirtió en octubre pasado, al recomendar a las autoridades venezolanas que contengan el gasto público y refuercen el marco monetario y fiscal para mejorar la credibilidad de las políticas.

“La inflación no la puedes bajar con guerra, la tienes que bajar liberando el precio del dólar y liberando la importación”, afirma el sociólogo alemán Heinz Dieterich, mentalizador del socialismo del siglo XXI para el proyecto del presidente Hugo Chávez, en referencia al control de cambio que hay desde el 2003. Este sistema, que funciona en el país a través de la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi), le permite al Estado establecer quién puede comprar divisas y en qué cantidad. Los comerciantes, por ejemplo, para poder importar los productos deben obtener dólares de la Cadivi, pero este proceso –dicen algunos– es burocrático y al que tiene acceso un grupo de empresarios.

Este control de cambio aumentó la demanda por dólares en la última década, surgiendo un mercado negro en el que el dólar “paralelo” se cotiza hasta diez veces más al valor oficial (6,30 bolívares por dólar). Es ahí, en este mercado, del cual varios comerciantes adquieren dólares para importar su mercadería que ahora está ‘abaratada’ por orden de Maduro y que los está perjudicando.

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Algunos analistas señalan que Maduro, después de las elecciones municipales del 8 de diciembre, se verá obligado a devaluar nuevamente la moneda nacional, como ya sucedió en febrero, al pasar de 4,30 a 6,30 unidades por dólar, lo que agravaría más la crisis económica.

Otro de los factores inflacionarios es la dependencia de las importaciones y la baja productividad. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), Venezuela importa el 30% de los alimentos que consume. Aunque sectores de la oposición y empresarios agrícolas mencionan hasta un 70%.

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La Federación Nacional de Ganaderos, que difundió datos en junio pasado, informó que la producción nacional de carne y leche bajó en estos 14 años del chavismo. El gremio señala que el ganado disminuyó de 13 a 12 millones y medio de cabezas. El Estado habla de 14’400.000.

La crisis también afecta a la industria petrolera, de la que obtiene el 90% de divisas y la que financia más del 60% del presupuesto nacional, incluidos los programas asistenciales conocidos como ‘misiones’ que creó Chávez. El año pasado produjo un promedio de 3,03 millones de bpd (barriles de petróleo diarios), menos que los 3,13 millones de bpd del 2011. Un informe de la firma de asesores Interamerican Trends, publicado en septiembre pasado por El Nuevo Herald, señala que Venezuela debe invertir en aumentar la producción de crudo para contrarrestar el gradual declive de la oferta petrolera venezolana y para compensar el pronunciado endeudamiento con China (estimado en $ 36 mil millones).

3 millones
De barriles de petróleo diarios es su producción.