La prensa boliviana vive un nuevo capítulo de su tensa relación con el gobierno del presidente Evo Morales que busca reducir las voces críticas en el país con miras a las elecciones de 2014, según analistas y organizaciones de periodistas.

La administración de La Paz acaba de fustigar a Página Siete, uno de los periódicos más críticos acusándolo de difamar al gobierno, manipular a la opinión pública y responder a intereses extranjeros, particularmente chilenos.

Como resultado de esa presión, el director del rotativo Raúl Peñaranda renunció el jueves a sus funciones y señaló que buscaba evitar que el gobierno prosiga los ataques contra ese medio.

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"No parece correcto que sea el gobierno el que se ponga a decir cuáles son los diarios buenos y malos", dijo a la AFP Juan León, vocero de la Asociación Nacional de la Prensa.

El caso de Página Siete se suma a cuestionamientos contra otros medios de prensa y a la aprobación de disposiciones que, según las organizaciones del periodismo boliviano, pretenden restringir el trabajo informativo.

Este año, el gobierno mantuvo además enfrentamientos con la agencia católica de noticias Fides y con el periódico El Diario, medios a los que demandó judicialmente por unos titulares que a criterio de las autoridades incitaban a la discriminación.

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Esos procesos están aún siendo analizados por un tribunal especial para casos de prensa.

El año pasado, siete ministras del gobierno acusaron al director de la radio católica Fides de emitir conceptos "sediciosos" al cuestionar la legalidad del interinato de la presidenta en ejercicio, la titular del senado Gabriela Montaño, que asumió durante un viaje del presidente y el vicepresidente al exterior.

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La pugna con los medios se dio también por la aprobación de una ley antiracismo, y ahora mismo está en trámite un proyecto de ley de Acceso a la Información Pública que limita la entrega de información oficial en varias áreas.

Según el presidente de la Asociación de Periodistas de La Paz, existe una relación gobierno-prensa que "se expresa en un marco jurídico absolutamente restrictivo de los derechos civiles" y en "un clima de permanente amedrentamiento en contra de medios de comunicación y de periodistas".

Por su parte, Boris Quisbert, líder del sindicato paceño de periodistas matizó las cosas y afirmó que "siempre va a haber un choque entre la prensa y el gobierno. Es una pugna por la verdad, cada lado tiene sus posiciones".

Las relaciones del gobierno con la prensa no han sido las más cordiales, a tal punto que el mismo presidente Morales calificó a la prensa como "la principal oposición" a su gobierno.

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Para contraponerse a los medios tradicionales, el gobierno creó una amplia red de radio comunitarias, potenció a la televisión estatal e incluso formó un periódico oficial.

Se menciona que mediante terceros -incluídos inversionistas venezolanos- el oficialismo adquirió la propiedad de medios que eran críticos y que ahora tienen una posición más conciliadora.

El caso de Página Siete "es el último eslabón de una serie de acciones gubernamentales orientadas a amedrentar a los medios de comunicación, a los posibles opositores políticos o personas que en el ejercicio de sus derechos ciudadanos son críticos con el gobierno", señaló el analista político Carlos Cordero.

Explicó que con esas acciones "los gobiernos intentan acallar las voces disidentes y críticas con el único objetivo de reproducir el poder", en referencia a las elecciones del 2014 en Bolivia.

"Si los medios de comunicación desnudan las debilidades de un gobierno, éste corre riesgo de perder el poder político, porque la ciudadanía no lo va a apoyar", explica Cordero.

Vargas lamentó que haya "una situación bastante crítica de la libertad de expresión en todos los países que se han venido a llamar Socialismo del siglo XXI".

Se refirió a recientes conflictos entre gobierno y prensa ocurridos en Argentina, Ecuador y Venezuela, donde se llegó incluso al cierre de medios.

"No es una cosa aislada. En la región veo actitudes que reflejan una tendencia autoritaria. Encuentran en la crítica de la prensa una piedra en el zapato", anotó León.