Cuando era un niño y cruzando el río Guayas en una gabarra, junto a su madre, Rosendo Tapia Cárdenas llegó a Guayaquil desde el cantón Sevilla de Oro, en el Azuay. Buscaba días mejores y lo alcanzó. Hoy, casi media década después, ve cristalizado su sueño con El paraíso de las especias, un negocio que abrió con su esposa Piedad Berzosa, en Pichincha y Colón, en pleno centro de Guayaquil.