En España, los agricultores temen al conejo silvestre (Oryctolagus cuniculus). En Málaga, por ejemplo, ya no los ven ni adorables, ni tiernos. Dada su conocida capacidad de reproducción, la especie arrasa con los cultivos, como los de olivo y cebada, entre tantos otros.
Los conejos silvestres son considerados como el gran dolor de cabeza para los productores agrícolas de Andalucía y otras regiones españolas.
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De acuerdo con ABC, en la actualidad, “más de 120 municipios de Granada, Jaén, Málaga y Sevilla se encuentran incluidos en áreas de emergencia”.
Explican que la Junta de Andalucía, anualmente, emite una Resolución que decreta un Área de Emergencia Cinegética por daños de conejos a la agricultura.
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La medida “flexible” se adapta a la abundancia de conejos y al nivel de daños que se declaran en cada temporada, añaden.
Acaban con cultivos
En agosto pasado, la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) advirtió sobre una “multiplicación extraordinaria” de conejos silvestres que, durante 2025, está provocando un incremento sin precedentes de los daños agrícolas en la Comunitat Valenciana.
“Cuando no comen hierbas, verduras o frutas, destrozan las cortezas de los árboles”, afirma Paco Laza, delegado de AVA-ASAJA en Picassent.
Habla con asombro de cómo se reproducen tan rápido.
A los conejos silvestres, o de monte, los tachan de plaga, en Agro News Castilla y León.
El medio expone los daños que esta plaga de conejos está causando en:
- Naranjos: señalan que al roer el perímetro de los troncos, interrumpen el flujo de savia elaborada, lo que provoca la muerte del árbol.
- Viñedos: “los conejos atacan los brotes verdes de las cepas en primavera, comprometiendo de forma directa la producción de la próxima vendimia”.
- Cultivos herbáceos, hortícolas, melones y sandías: indican que “las pérdidas se concentran especialmente en el periodo previo a la recolección, cuando el valor del producto es máximo”.
- Plantones de frutales, cítricos y olivos: a estos les colocan mallas protectores que no logran contenerlos.
Tomás Ramírez, citado en ABC, lamenta el proceso que “se traduce en pérdidas”.
Cuenta que cuando “la siembra nace, al salir, esos brotes son tiernos y esos se los comen bastante. Tocan mucho lo que es el tronco de los olivos, sobre todo los más nuevos; los roen, llegan al anillo y se secan”.
Dice que si, por ejemplo, siembras tres hectáreas de cebada y los conejos se comen la mitad, eso son pérdidas para el agricultor.
“Los animales comen, claro, pero al haber demasiados conejos, hacen más daño”, dimensiona.
Medidas
Para frenar el ataque a la agricultura, se evalúan medidas como “la intensificación de la caza en momentos críticos, la regulación flexible de los periodos hábiles, la aplicación de diferentes modalidades según el contexto, la gestión de la depredación y, sobre todo, la coordinación local entre agricultores, cazadores, administraciones y conservacionistas”.
Algo hay que hacer. “Cada día es habitual ver muchos conejos correteando por los huertos, es una barbaridad lo que se han multiplicado”, vuelve a lamentar Paco Laza. (I)