El hallazgo de un niño, de 8 años, cambió la manera en que los ecólogos entienden las interacciones entre árboles e insectos.

Estando en un área cercana a la Universidad de Pensilvania, ese niño, Hugo Deans, recogió agallas de roble pensando que eran semillas. Las agallas se producen cuando “determinados insectos inducen a los árboles a generar tejidos vegetales anómalos, en cuyo interior crecen y se desarrollan sus larvas”.

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Un estudio permitió concretar que las avispan manipulan árboles para que fabriquen refugio para sus crías, pero también a las hormigas para que sean vigilantes, custodias.

La química

Foto: Pexels/Egor Kamelev

Ok Diario recoge el proceso que ha cambiado patrones de estudio en la ciencia.

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Cuando las avispas de las agallas ponen sus huevos en un roble, “aprovechan para inyectar compuestos químicos que alteran el desarrollo normal del tejido vegetal”.

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Ese roble, “engañado”, fabrica una especie de cápsula nutritiva y protectora en torno al embrión de avispa.

Luego viene lo “sorprendente”: “algunas de las agallas desarrollan un capuchón carnoso y de color rosado, que resulta extremadamente atractivo para las hormigas.

Ese capuchón “está cargado de ácidos grasos muy similares a los que se encuentran en insectos muertos, la fuente alimenticia preferida de muchas hormigas carroñeras”.

Manipuladas por esta señal química, “las hormigas recogen las agallas como si fueran semillas y las llevan a sus nidos. Allí consumen el capuchón y almacenan el resto de la agalla en las cámaras subterráneas, donde la larva de avispa queda protegida de depredadores y condiciones ambientales adversas”.

Foto: Pexels/Poranimm Athithawatthee

Los científicos necesitan dejar constancia de lo ocurrido en videos y realizaron sus experimentos.

“Colocaron agallas con y sin capuchón en el entorno de diferentes colonias de hormigas y grabaron”.

¿Qué pasó?

Las hormigas transportaban rápidamente las agallas con capuchón, tratándolas como si fueran semillas con elaiosomas.

Las agallas sin capuchón eran ignoradas o abandonadas, lo que ratifica que el señuelo químico era clave.

Mirmecoria

El mecanismo de mirmecoria es utilizado por más de 3.000 especies de plantas, señala Ok Diario.

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Detallan que las diásporas no están dispersas lejos de la planta madre. Sin embargo, “los árboles se benefician del mutualismo con las hormigas, ya que se facilita el transporte de semillas a sitios favorables para la germinación y también está protegido por depredadores granívoros”.

A las semillas con apéndices nutritivos -llamados elaiosomas- las llaman diáspora.

El proceso, de acuerdo con Ok Diario que cita a Antropocene, ocurre cuando las hormigas obreras recolectan las diásporas y las llevan a la colonia, donde consumen el elaiosoma para alimentar a las larvas, mientras que la semilla, ya sin el apéndice, es dejada en cámaras subterráneas con restos orgánicos o bien expulsada del nido, favoreciendo así su dispersión y posterior germinación. (I)

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