Es normal sentir la necesidad de echarse una siesta por la tarde, a veces, esos minutos de descanso sirven para volver renovados a las actividades diarias, pero también puede pasar que después de una siesta las personas se despiertan sintiéndose más cansadas que antes.
Una siesta de 10 minutos tiene enormes beneficios, esta es la mejor forma de lograrla
Para desentrañar este misterio, Thomas Michael Kilkenny, director del Instituto de Medicina del Sueño, tiene algunas respuestas que podrían cambiar la forma de ver las siestas.
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¿Por qué me siento mal después de una siesta?
Kilkenny, en declaraciones reseñadas por The New York Post, señala que hay un arte en dormir una siesta bien hecha. El secreto está en la duración.
Según él, lo ideal es limitar las siestas a unos 20 o 30 minutos. Si sienten que el tiempo no es suficiente, incluso una siesta corta de solo 10 minutos puede ser beneficiosa.
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Esto es lo que ocurre en nuestro cuerpo cuando hacemos siestas muy largas en el día
Todo depende de no caer en la trampa de dormir demasiado, que, en lugar de revitalizarse, puede sumergir a las personas en lo que el doctor llama la “inercia del sueño” que deja a las personas desorientadas y con esa sensación de pesadez al despertar.
Asimismo, “la inercia del sueño puede causar desorientación, depresión de las habilidades motoras, falta de equilibrio, dificultad para comunicarse y razonar, mal humor, deterioro de la memoria e irritabilidad”, señala el medio citado.
Además, el momento del día también es clave. Entre la 13:00 y las 15:00 es cuando el cuerpo experimenta una caída natural de energía, lo que hace que sea el momento perfecto para buscar un buen descanso.
“Los efectos negativos de una siesta prolongada pueden depender de la duración de la siesta, la cantidad de privación de sueño previa y el momento del día en que se toma la siesta”, afirma el doctor.
Para evitar despertarse más cansado y aprovechar esos momentos de descanso, lo ideal es mantenerse dentro de los límites recomendados y elegir el momento adecuado para desconectar.
(I)